Juan Chávez Alvarado expone en Impromptu, Galería de Arte de El Cultural, ésta su muestra individual denominada “Unlimited Party City”
Elementos frágiles y etéreos se ubican confortables en un escenario despejado por una iluminación austera. La distribución de las intervenciones visuales se despojan de todo ideario formal, más bien, le otorga holgura espacial, de ese modo, las figuras estáticas se alimentan de la luz dirigida al interés del objetivo.
Cuatro grupos conformado de formas ilimitadas se desprenden para observar cuerpos desechables, que, sin embargo, al unirse nos otorga un conjunto armonioso. La recuperación de lo descartable se nutre para que la escena no sea tan terrible, elementos que son utilizados como envolturas invade al ser humano en todas sus escalas, materias que forman parte del confort básico de piezas caseras, así como de objetos de consumo cotidiano.
La vacuidad que representa la envoltura dentro del empaque nos hace reflexionar que el hombre desplaza la naturalidad por el envase (botellas plásticas, poliestireno y otros tóxicos degradables).
Los materiales deberían reintegrarse a la naturaleza sin causar daño alguno, esa biodegrabilidad tiene sentido al exponer Juan Chávez una torre de botellas plásticas trasparentes e integradas unas de otras logrando una especie de tótem, ha desprendido el etiquetado de cada envase sirviéndose para sus propósitos “La sombra del agua”, instalación agrupada y enlazada por el pico y el fondo de cada grupo pegado. Una base a manera de soporte o piso adoquinado en fragmentos cuadrados de arcilla enfrenta la recuperación de la tierra con lo sintético, alude el espacio terrenal con el objeto inventado.
Por otro lado, seis urnas dispuestas en fila nos muestran en cuadriláteros de vidrio, piezas de lo que significa nuevamente el concepto vacío de estas partes utilitarias y a la vez despojadas de su utilidad. El uso termina cuando empieza a desbaratarse la envoltura, esa volatilidad -física- sin manera de utilización se pierde en la inutilidad. Trozos de soporte que en algún instante cumplieron un fin útil, ahora, se hallan desprovistas de toda importancia, solamente, Juan Chávez nos refresca el recupero de la memoria por estas imágenes transitorias y sin definición corporal. El encaje de estas piezas sobre otras piezas útiles se desvanece en las múltiples y morfológicas comodidades de objetos transportables y dirigidos a la adquisición del ser humano.
Frente a estas urnas tres planchas de tecnopor se suspenden delicadamente, imágenes caladas nos da la idea de órganos humanos, otras veces nos somete a ver espacios o vistas aéreas de mapas y cuadrantes de una ciudad distribuidas en calles semejantes al centro histórico de Trujillo.
El ingreso a la muestra Unlimited Party City, se halla un vestidor con una cortina oscura donde en su interior, un espejo apabullado de inscripciones de diversas marcas de ropa nos enceguece, sin embargo la fijación del hombre se lanza a elegir confortablemente cada detalle de lo que va a utilizar como prenda distintiva. Existe en este recinto la discusión por la elección de mayor difusión, una gratificación espiritual que conlleva a un consumo citadino alterando todo gusto personalizado.
Estas instalaciones compromete el día a día y enfrasca códigos permeables fáciles de toda tentación por lo visible.
Jean Paúl Zelada describe la obra de Chávez; “es una propuesta que apela a una sensación simple; el de la invocación del elemento ausente, de lo que alguna vez estuvo y ahora ya no está; el imaginarse la existencia de algo a través del vacío físico que ha dejado este objeto al desaparecer”.
La frontera entre lo físico y la pertenencia se diluye cuando deja de importar un objeto que sobrepasa el interés permanente, es la razón de esta muestra que intenta despertar la inutilidad del elemento y su paso violentado entre las manos del ser humano.