Todo certamen artístico trae consigo ciertas consideraciones con respecto a las exigencias visuales de cada participante. El VI Salón y II Concurso Nacional de Escultura con sede en Trujillo viene atrayendo a diversos escultores del país en una atractiva contienda estética tridimensional, sin embargo cuando nos fijamos de las obras expuestas en los salones de la Casa de la Emancipación del Banco Continental, apreciamos una alterable calidad de trabajos en esta muestra. Aun no existe el rigor curatorial en expectorar esculturas que desnivelan este avanzado concurso. Si bien, tendríamos, que tolerar la escasa producción escultórica en nuestra ciudad, entonces; al menos, los organizadores deberían tener mucho cuidado en la colocación de las piezas donde la ventilación e iluminación favorece la instalación de este tipo de obras.
Para este segundo concurso nacional de escultura han considerado un solo premio y tres menciones honrosas. Ahora, la deliberación del primer premio no coincide con trabajos que superan toda premiación –las decisiones del jurado son inapelables- , es muy curiosa esta parte de las bases.
Angeline Barnadas B. (Mención honrosa), trae dos trabajos en metal forjado y parte de la estructura en soldadura discreta, elabora a partir de los cuerpos un armazón corpóreo integrado con objetos adicionales que complementan temas silenciosos agregados por la frialdad del metal, es muy persuasiva con la forma al detallar cada parte de la obra. La artista limeña utiliza fragmentos sin utilidad alguna para transformar en piezas ordinarias y, un tanto espectral, como el corsé de una prostituta y un niño paseante de triciclo llevando entre su canastilla un pequeño oso juguete.
Rolando Mogollón Lama. (finalista), plantea en “Escape” una observación estricta con la piedra granito, labra la dureza gris del material en una sensualidad ajena de aristas recreando parte de los volúmenes en zonas lustrosas y con cierto brillo controlado. La forma circular es interrumpida con ligeros quiebres laterales, esto enriquece la escultura otorgando a la obra un sentido cualitativo. Desde la base, donde reposa el trabajo de este escultor trujillano se divisa la seria propuesta.
Luis Arangurí, muy cercano a la morfología y estilización de su pintura, establece su propia configuración en el tratamiento de su fémina muy bien acabada en una pátina de bronce. De cuerpos agigantados y cráneo empequeñecido resuelve con respeto una figuración cuasi real. Altera la anatomía en un alargamiento de extremidades para coordinar con la postura manierista. La considerable masa corporal que aplica el artista trujillano en el cuerpo bronceado nos indica que la formalidad del dibujo se puede someter a la materia que la moldea.
“Preso en libertad” obra del cusqueño Edwin Huamán Huillca, una jaula ovalada resguarda dos piedras a modo de huevos y, la paja que conforma el nido es sustituido con filamentos de alambre, lastimosamente debería ser colgada para su mejor apreciación, estas limitaciones del montaje no deja que se aprecie este trabajo.
La otra mención honrosa entregada al trujillano Clemente Marín Ruiz es una talla en madera donde una pareja de enamorados se entrelazan en una representación figurativa, pliegues y cuerpos bien trabajados bajo las gurbias y la maleabilidad de la madera. Obra discreta resuelta sin mayores expectativas, sencillamente se deja llevar por el ejercicio del buen manejo de las herramientas.
La última mención honrosa a la trujillana Beatriz López Suárez, mantiene cierta salubridad académica, Tres mujeres que aluden a las Tres Marías se distorsionan con la resina y el texturado verdusco. Nada ha cambiado, insiste con la misma forma de hace años; un congelamiento dañino.
El piurano Manuel Silvestre, desmantela la madera e intenta acoplar una imagen reposada en un volumen forzado logrando acercase con dificultad. La factura de la escultura justifica ese intento de seducción visual.
Juan Alayo Noriega, María Gonzalez, y Javier Arriaga apelan al concepto prehispánico como recurso de expresión
El primer premio es para la escultura “Modulación del rostro” del trujillano Fernando Castillo Saucedo, este tallado sobre granito se ve invadido por planos rugosos así como de zonas pulidas. Una simplificación severa de una imagen que no logra hallar la forma.
Entre la escultura de Miguel Angel Velit Aguilar (Lima) “El arco del triunfo” dotado de una estructura metálica, descansa frágil incrustado en el laberinto de los metales y Mónica Moscol Cifuentes (Lima), plantea la actitud equina de una yegua a base de fibra de vidrio, resina y el color negro mate que se integra en esta escultura de grandes proporciones; ambas obras categorizan este segundo salón de escultura.
Los tacneños Alberto Ramos Palacios y Manuel Gutiérrez Villanueva pasan desapercibidos. Lo mismo sucede con Daniel Pineda Torre (Huaráz), una madera con intentos de talla. Los demás trujillanos como Alfredo Cuba Contreras, César Charcape, Luis Alvarez Vizarreta, Germán Cárdenas Joaquín, Elgar Linares Rengifo, Carolina Carranza Calvo, José Gallardo Sánchez, Christian Alfaro Sulca y Jorge Calderón Acosta, simplemente bordean en este concurso.
Enrique Barreto Montes (Lima) y Ángel Cuela Supo (Juliaca) concluyen sin lograr su cometido.