viernes, 27 de agosto de 2010

Poesía desde el jardín de Joan Louis Aponte


Todo se ha trasladado al encanto y mundo maravilloso de un enredado paisaje donde la vegetación no se deja violentar con la llegada del hombre. Hojas de plantas silvestres se extienden en coloraciones fantásticas y, entre el forzado follaje se anidan aves silenciosas a manera de guardianes de este intenso y colorido lugar.
Se percibe una maleza de tonalidades incandescentes donde los cuerpos de las vegetales y de tallos delgados, sostienen una peculiar forma de ornamentos donde descansan libres, otras veces inundan el formato saliéndose del cuadro. Por instantes se perciben diminutas avecillas y cuando escudriñamos con insistencia configuramos seres transformados en duendes, éstos, se ubican en un camuflaje de visibilidad caprichosa
- Es una nueva serie de óleos sobre lienzo, una constelación de figuras y colores de contrastes ilimitados donde no se comienza ni termina, así cada uno tiene su propio carácter, también, en armonía. Fueron creados desde mi estudio en Huanchaco donde pasé el invierno en compañía de mi computadora, café y tostadas, para componer la poesía hecha pintura-. Con estas palabras, Joan Louis afirma el proceso de estas obras.
El Colibrí, un ave que cobra importancia en estas pinturas de fondos acaramelados, las diversas estaciones colorísticas que se distingue en estos paisajes se convierten en el hábitat de frágiles y tiernos colibríes que andan dando vuelo entre hojas y flores, algunos extraen el néctar de las flores de este huerto delicioso.
Denominaciones candorosas como; Recolector de Esperanzas, Hojas para Primavera y El vuelo del Colibrí en mí Corazón, son títulos que determinan esta muestra Poesía desde el Jardín. Toda la espesura en una variante de verdes, otras veces anaranjado, se incluye entre un tacaño pigmento diluido como una sabana que cubre el fondo ajustado y de pinceladas quebradas.
Ciertos trazos contundentes acentúan la estructura de las planas y liberadas formas del vegetal. Quebradizos tallos salen de los laterales del cuadro, pero muchos de ellos emergen de la base. Una vista donde todo está suspendido, no se atisba la tierra como reposo de las plantas y, eso permite que el trabajo de Joan Louis quede sin gravedad.
Trece cuadros y un díptico suman esta muestra en un inapropiado montaje donde el cuidado en la distribución y la altitud de las obras desarticulan y afectan la observación. Se tiene que tener cuidado en este detalle, de lo contrario, la Alianza Francesa de Trujillo debería exigir a cada expositor el rigor de una curaduría. La galería de Arte Azur, mantiene una buena disposición espacial, así como de una iluminación adecuada, sin embargo, no se aprovecha de estas instalaciones apropiadas.
Joan Louis Aponte, después de haber obtenido el primer premio 2009 del concurso de pintura Pedro Azabache, trae consigo esta muestra individual instalado de una cierta personalidad, exigiendo en su obra una clara serie de obras de peculiar temática.
El sentido visual de este joven creador se afianza en su propia experiencia al contemplar con fascinación el paisaje y, el simple ejercicio de comulgar con la naturaleza para extraer de modo antojadizo una síntesis de la forma en elementos táctiles, el sabor y la respiración natural se concentra en colores salidos de cuentos mágicos. Se puede contabilizar las piezas que conforman el cuadro, incluso la actitud del colibrí en un escaso aleteo. Aprovecha la intensidad fiera del color y deja sobrevivir a sus habitantes de este bosque perdido, pero existente en el ideario del pintor, un escenario poblado de invención que recupera el espíritu ventilado de senderos concentrados en frescura y vida.
-Joan Louis, enérgico artista escapando de la infructuosa mimeticidad ha sabido aferrarse a la imprescindible sapiencia formal para crear su personal universo de imágenes tan suyas desde ya, donde el color dialoga mágica y sonoramente como nuestros ancestrales Sikus, apoderándose de las imágenes o más bien encontrando en ellas el espacio para sus resonancias, para el dialogo, para ese rojo frente a ese azul-. Es el escrito que vierte Juan Aponte sobre la obra de Joan Louis
La aplicación técnica queda reducida en manchas cortas y una iluminación que no tiene dirección pareciera que estuviese dirigida por luciérnagas escondidas entre pantanos y rastros de un aguacero. Una límpida escena despierta de las manos de Joan para ilustrar un invernadero en un jardín poético. Emociones que contrarrestan las razones, es la importancia fundamental en este grupo de pinturas.

martes, 24 de agosto de 2010

Pedro Azabache y sus discípulos en Europa


La presencia de Pedro Azabache y sus discípulos en Bélgica, registra la importancia de la pintura peruana en un escenario europeo donde se describe aun el arte peruano costumbrista como maravillosa y exótica. Sin embargo la experiencia de estos maestros ayuda a consolidar el arte trujillano en Europa.
Esta exposición está organizada por -Les Amitiés Belgo - Péruviennes, la ville de Mons y la Galerie Club Colonial de Huanchaco, Trujillo.

Indigenismo, una realidad mediática
La hispanidad se instala en el Perú a mediados del siglo XVI y, trae consigo una pintura occidental (óleo/lienzo). En la primera década de 1900 se establece una pintura de temática netamente costumbrista, es decir se recupera imágenes y paisajes de distintos territorios peruanos. Antes que esto sucediera la pintura estaba reflejada en la idea cristiana y el gusto de decorar las grandes iglesias católicas. Pintores italianos y españoles de tercera categoría llegaron al Perú colonial y realizaron una labor de encargo en los grandes recintos católicos, al término de sus trabajos y, sin percatarse que sus ayudantes indígenas habían logrado aprender el oficio de pintar, entonces, estos pintores peruanos mestizos introducen nuevos cánones en los cuerpos occidentalizados. La coloración de la piel y el trapeado va dirigido a una realidad medíatica -personajes de su entorno mismo- ya había empezado la independencia plástica en el arte peruano entre los años de 1687-1688 por artistas indígenas cusqueños, esto ratifica que los cambios pictóricos tienen antecedentes de liberación artística.
La idea de arte nacional en los artistas indigenistas se inicia con los problemas agrarios, donde el campesino fue hacinado a los campos y al arrebato de sus tierras, en estas condiciones y en el silencio se manifiesta una expresión a partir de sus herencias y cánticos de siglos. El color de la indumentaria y el de los cultivos se impregnan de sabor propio, en este contexto se desarrolla un arte popular y salen de sus manos creadoras elementos artesanales con formas que involucra su mundo particular.
Así se iba afirmando un arte verdaderamente nacional, que años más tarde recogería con criterio José Sabogal. Las ansias de peruanidad se esforzaban en revelar cada rincón olvidado, personajes y paisajes inéditos emergen en lienzos para luego ser expuestos en galerías urbanas. El esfuerzo de la pintura indigenista en relación a la práctica oficial del arte académico ganaba terreno y se acogían pintores en diferentes partes del país.
El Postulado de José Sabogal en reivindicar la zona andina del Perú se concentra en plantear en sus telas la vida cotidiana y el fervor popular de escenarios jamás vistos por la población citadina. Sabogal se convierte en el precursor de una nueva corriente pictórica denominada “Indigenismo”, coincidentemente en todo el escenario latinoamericano.
Los Muralistas mexicanos ( Rivera, Orozco, Siqueiros) y la presencia de los brasileños; Portinari, Cavalcanti y T. Do Amaral enriquecen este nuevo movimiento ansioso de autentificar un pasado rico en magia e historia.
Después de la imagen de J. Sabogal se vienen los artistas independientes entre los años de 1945-46, donde le dan un giro más conceptual, sin embargo persiste el mismo lenguaje iniciático.
La presencia de Pedro Azabache en el norte del Perú se consolida como el pintor más importante en mantener los postulados de Sabogal (maestro de Azabache en la Escuela de Arte de Lima). La creación de la Escuela de Bellas Artes en Trujillo por el pintor Azabache cambia la pintura en esta zona norte del país, por su taller pasan diversos alumnos que hoy en día mantienen con salubridad este contexto indigenista. Los temas han variado, los personajes y paisajes pletóricos del mundo costeño pueblan lienzos con escenas de pescadores y costumbres netamente propios. La persistencia de estos artistas discípulos del maestro Azabache: Pío Ángel, Eduardo Urquiaga, Demetrio Saldaña y Víctor Montenegro, heredan una expresión popular manifestada en sus obras donde el color reclama esa candidez y el mágico mundo de donde ellos pertenecen.
La idea de peruanidad no radica en plantear la vitalidad del tema, más bien, existe una dosis de personalidad y una autenticidad que intenta establecerse como parte de una nación producto de la historia a la que no niega sus influencias ajenas. Esta corriente de un concepto más contemporáneo está expresada por artistas recientes como Rómulo Azabache, Pedro Anhuamán Gordillo, Juan Aponte, Isabel Rodriguez y otros.
El concurso de pintura “Pedro Azabache”, también es un aporte fundamental en mantener viva esta manifestación plástica costumbrista. Cada año vemos desfilar jóvenes artistas en busca de este preciado premio que involucra como escenario la campiña de Moche y el legado pictórico del maestro P. Azabache. La persistencia en mantener el lazo prehispánico con la modernidad, se concentra en este territorio Moche.
Esta muestra codifica una pintura paralela a otras opciones modernas dentro del ámbito histórico del arte peruano. La vigencia del indigenismo contiene el pensamiento natural de la vida cotidiana tal como se aprecian en estas obras expuestas en el viejo continente.

Héctor Suárez y sus visiones de Chan Chan


Chan Chan es contemplado con cierto interés histórico considerando el recupero arquitectónico de sus partes, por siglos esta majestuosa ciudadela enclavada a orillas de nuestra costa se manifiesta solitaria y lejana al barullo de la gran urbe. Antenor Orrego comentaba sobre sus constantes visitas a este lugar con César Vallejo, llevando consigo vino y bizcochos, perdiéndose entre los vericuetos de oscuro barro. A posteriori, José Eulogio Garrido se vuelve un asiduo visitante de este terreno añejo y polvoriento, pareciera que un cierto encanto se guardara entre estos muros y frisos de magnífica construcción.
La Alianza Francesa de Trujillo alberga esta exposición donde la esencia de esta muestra se complementa con la obra poética de José Eulogio Garrrido en “Visiones de Chan Chan”, título elegido por Héctor Suárez para esta selección de trabajos donde los recintos amurallados de adobe se compenetran con la naturaleza. El escenario desolado donde pirámides truncas yerguen deshabitadas bajo un cielo quebrado, otras veces desnudo. El contraste de las comparticiones y edificios se integran a la tierra en coloraciones reflejadas por la cercanía al mar.
La importancia de este trabajo radica en la frenética oscilación de los espacios terrosos y su permanente traslado de los puntos de fuga en un espacio que se enriquece de una vista aérea. Los diversos niveles de perspectiva se divisan desde lo alto de las murallas para rescatar la proyección de suelos invadidos por una luz tenue de la tarde y la brillantez de la noche sobre bloques ocres.
Cuadros de mediano formato recogen fragmentos poco vistosos, dejando de lado la imagen manida del conocido Chan Chan, la periferia a los centros de adoración se convierten en luminosos y pequeños santuarios donde el paisaje inundado de barro recupera su vitalidad. Una cierta energía despide cada detalle de las tapias y un acicalado tratamiento del temple le asegura una pintura chata y de escasa textura.
La pintura de Suárez recoge estos parajes agonizados por la intemperie -saqueada y destruida por los Incas (se postula)-, cada rincón de esta ciudadela mantiene una iluminación fantástica, incluso aprovecha la luminaria espacial para insertar un inventado color de murallas. Los diversos ángulos perspécticos enriquecen una pintura dotada de valores históricos en una obra que comulga con la expresión de Eulogio Garrido al pormenorizar con sigilo muros desgastados por el tiempo.
En ambos ambientes de la galería Azur se distribuye equilibradamente discretos trabajos que sin necesidad de apelar a la invención de temas, sencillamente recurren a un escenario que le es familiar, esa cercanía cotidiana que en algún momento le permitió comprender el vasto ejemplo de la cultura peruana para expresarse en una serie de pinturas que cuidadosamente ha sabido elegir entre el dificultoso rincón de esta gran ciudad de barro.
Una expresión cristiana citada constantemente: Polvo eres y en polvo te convertirás; nos remite automáticamente al peso que soporta la tierra al enterrar toda materia inútil, una sepultura donde la humanidad reposa prudente, estos espacios convertidos en cementerios históricos albergan bajo su cimientos una infinidad de encantos que ahora se transfiguran en extensos y soleados suelos. Barro, arena y polvo se adueñan de esos aposentos semejantes a catedrales degradados por el tiempo. Estas definiciones geográficas son el referente para Suárez y, en este contexto se desarrolla una pintura asignada de una realidad habilitada a su percepción.
Una cierta confabulación existe en cada fracción extendida por H. Suárez, se acerca con una observación absoluta e inmoviliza con deleite fragmentos de adobe para enfundarlos en una gama privada de colores. Se deja llevar por ligeros aires que recorren cada parte de esta ciudad prehispánica y, se nutre de este callado barro que por siglos aun se presencia un tenue cántico profano de seres que habitaron muy cerca a nuestra ciudad.

UNA PÁLIDA CASA ROJA


El horror al espacio ignoto de Paolo Vigo Borjas

¿Cuántas puertas hemos abierto en nuestras vidas? Cuando ingresamos a un hospital se nos estremece el cuerpo, pero cuando observamos la puerta entreabierta de una chica a oscuras en un burdel, los poros de la piel se llenan de cosquilleo, la luz rojiza y la penumbra del neón nos libera del espacio. Otras veces se abre la puerta para recibir a nuestra visita y nos llenamos de entusiasmo para otorgarle una buena recepción y, cuando se acerca nuestra suegra cerramos bruscamente la puerta. La manera de darle uso a esta pieza que convive a diario con la humanidad tiene su propio comportamiento.
En los inicios de la civilización se bastaba con una tranquera, al paso de los siglos se han atiborrado de arreglos decorosos y la distinción se fue otorgando a las bondades de la madera (caoba, cedro, roble, pino, etc.), entonces, empieza esa separación cualitativa que se arrastra en la instalación de lo habitable.
Empezaré en detallar los elementos que conforman esta exposición: cuatro puertas, cinco mamparas, una ventana, una mesa y cuatro sillas de paja sin respaldo. Objetos visibles que denotan una realidad matérica.
El fondo de la galería está dispuesta de una gama de grises colocando un acento rojo -puerta mampara-, matiza las demás piezas en color blanco para reparar el envejecimiento del tiempo y el uso. Se ha trastocado el elemento con la limpieza y la coloración blanquecina esconde la quejumbrosa naturalidad de estas piezas de madera. La suspensión en las paredes a partir de las bisagras permite una movilidad de abrir y cerrar a manera de zigzag. El vacío hallado entre los vidrios de las mamparas aterra al observador al no hallar nada, un escenario despojado, sin presencia de vida, una vacuidad al horror. Estos elementos sólidos y reales nos invita a conocer otros parajes, una especie de hallazgo desconocido, lugares ignotos que nos aterra a reconocer el pasado, el recogimiento de nuestros cuerpos a través de una entrada inválida. En este grupo se asoma una ventana discreta y furtiva, se distancia del grupo planteado, sin embargo se acerca como pieza de un conjunto habitable.
“…A veces pasan años antes de que el dueño de la casa se le ocurra abrir la puerta y, despejando el polvo y las telarañas, hacer recuento a sus olvidadas pertenencias.” De este modo grafica Viera Tyuleneva, la obra de P. Vigo.

El interés se deposita en la recuperación familiar de elementos que cohabitan entre nosotros, piezas que a diario concilian con el ser humano. El significado de nuestra especie permite el enlace con lo cotidiano y el recuerdo de mantener en nuestro almacén cognoscitivo escenas que pasan como una especie de cinemascope.
En definitiva, la presencia del calor familiar se instala en un acto instintivo, en una vivienda postiza e inventada, simulando un hogar, un espacio o sencillamente la privación del hombre.
Se puede estructurar todos los mecanismos plásticos, pero el objetivo radica en el recobro de la memoria; fotos pegadas en las puertas denuncia situaciones y vivencias experimentadas por el pintor.
Paolo Vigo mantiene una precariedad espacial sin embargo, se desliza cauteloso. Una violentada escena se desnuda frente al espectador e intenta desarrollar objetos prendidos en un espacio difícil y riguroso para plantear un manifiesto de instalación, en todo caso, las comparticiones se desvanecen, semejante a una pintura chata, sin volumen y carente de osadía al invadir un espacio dispuesto de muchas ventajas.
Esta muestra individual en la galería Impromptu de El Cultural, nos sugiere un cuadro y se distancia de la idea primaria de la instalación. Las puertas colocadas en cualquier espacio ya nos sugiere vitalidad y utilidad diaria, y el interés visual se diluye en lo planimétrico.
Se agotan los recursos, e inicia una tentativa que se deja aplastar por una iluminación primitiva y estática. La luz no solamente sirve para iluminar cada objeto, sino, tiene que poseer otros componentes comprometidos con el trabajo de “Casa Roja”. No es suficiente pegar y dejar a nuestros ojos la aventura visual que más bien hiere antes que el goce estético.
La idea principal de una Instalación, es decir, en el caso de Paolo Vigo se precipita y cae tentado por el improviso mediático. La rigurosidad espacial requiere del cuidado de los elementos en un escenario que distinga entre; pintura-objeto observador-creador. La confusión acaecida en “Casa Roja” palidece de sustancia visual.

Sin Pasaporte para un Artista


El Décimo Segundo Concurso de Artes Visuales de la Embajada de Francia en el Perú y la Alianza Francesa de Trujillo han tomado en cuenta nuestra ciudad para traer esta importante muestra de arte de ganadores y finalistas de este certamen nacional, es la primera oportunidad en llegar trabajos de esta contienda a Trujillo, anteriormente se realizaba una selección previa para luego concluirla en Lima, sin embargo los organizadores creyeron conveniente mostrar las diversas manifestaciones visuales de artistas de todo el país.
De los veinte expositores, José Luis Carranza ( Lima 1981), con estudios en la Escuela Nacional Autónoma de Bellas Artes del Perú, obtiene el primer lugar con dos pinturas frescas y de ejecución precisa, trazos firmes aligerados por el pigmento aceitoso toca la epidermis de la tela en encendidos tonos rojizos. Personajes con cierto tinte al comic se desenvuelven maquinalmente en escenas crueles y extrañas. “Marat Asesinado” alude a la obra de Gerard David en “la Muerte de Marat” periodista radical francés de El amigo del Pueblo, la escena de esta pintura donde Carlota Corday consuma el asesinato, se acerca en una emulación que permite recrear la anterior obra clásica. Mientras que en “Abel y Caín” los personajes desorientados por el llamado del altísimo no saben donde ubicarse. Este premio le permitirá estar tres meses en Francia, estadía que le beneficiará a este joven artista. -La viscosidad del óleo se asemeja de manera inquietante a los tejidos blandos de los heroicos padres bíblicos. Lujuriosos travestidos que se descomponen en su sueño más profundo y se mimetizan, al fin, con el vil caldo de hierbas y animales antediluvianos salidos de las mismísimas faldas de algún santo del divino Zurbarán - este texto hallado en el catálogo aclara una pintura desbordante y desequilibrante.
El segundo premio se otorga a Luis Torres Villar (Lima 1984), los dos importantes grabados de grandes dimensiones revela situaciones reales acontecidas en el Perú. El terremoto de Pisco es tratado con minucioso tratamiento en un conglomerado conjunto de carpas y viviendas completamente derruidas y, el abandono total en una desidia del estado se divisa la confusión de los afectados, el formato inusual de esta xilografía seduce al observador y la aplicación del entintado negro se extiende en el concepto lumínico, la parte calada de la madera aun libre por la ejecución de las gubias queda reforzada por la buena impresión de la matriz. En la serie generación de las machas, aun vive el recuerdo de este producto comestible que en años anteriores era una inagotable fuente económica en lo costa sur del Perú. De técnica apreciable, acude a textos con imágenes que sorprenden estos grabados de factura impecable.
Joanne Polo Villanueva (Lima 1986), la plastilina y la madera son los recursos para elaborar sus esculturas donde la reducción del color se orienta entre el negro y el amarillo. La idea de la muerte ronda en piezas congeladas y desarticuladas. Esta obra logra el tercer lugar en una lectura minimalista. -Se trata de pequeños escenarios donde conviven la realidad y la fantasía, la inocencia y la reflexión, la tragedia y el sarcasmo- este escrito reflexivo acompaña su trabajo.
El arequipeño Lucio Puma Ydme (1981) obtiene una mención honrosa con “Mudanza” y Origen del Pecado” ambas obras registran una pintura figurativa en connotadas posturas hieráticas. Una figuración entendida en la fragilidad humana y el deterioro de una lectura incomprensible.
Los trujillanos, Juan C. Alvarado Salvatierra (1978), Susana Aguilar Yauri (1980) y Leonardo M. Arroyo Carbajal (1984) llegaron como finalistas. El primero plantea “El duelo”, video en acto de riña y recursos visuales que adornan una solemnidad humana. Aguilar, persiste en la idea terrenal; preocupación plástica de pátinas y delicados fondos neutros. El acercamiento a los linderos de la materia que componen su trabajo se inunda de la naturaleza viva. Arroyo presenta en “Cincuentaiuno” y “Dama x Monstruo” los dos trabajos en técnica mixta se referencia al juego del ajedrez, tablero donde los personajes flotan inciertos gozando de una liberación y la particularidad del azar.
La instalación-video de Luis Ochoa Sarzo (Junín 1980), Objetos del Deseo / Pedazo de Cielo, establece una fórmula de porcentajes entre la felicidad, placer, alegría, satisfacción y paz, ese anhelo de complacer el alma se introduce en una oferta no visible, pero si soñadora.
Las fotografías de los arequipeños Raúl Chuqimia Ramos, Javier Spelucín Medina y la pintura de Darwin Acuña Jaén completan la participación de los sureños. Además tenemos al piurano Hugo Vásquez Aldana en una fotografía de descripciones cristianas. Alfonso Zavala se inclina por enfocar procesos folklóricos. Concluyen, José Velarde Mariscal, Daniel Vargas Rodríguez, Milton Miranda Francia, Aarón López Castro y José Bao Alonso.
La muestra de ganadores y de algunos finalistas, se supone se exhibirían en el Club Central, sin embargo nos hallamos con la sorpresa de estar cerrada la galería -las lluvias causaron ese malestar- , y el otro conjunto de obras se albergarían en la casa del Mayorazgo de Facalá del Banco Scotiabank, lamentablemente, jamás se pudo apreciar tales obras por estar constantemente cerradas las instalaciones y para el malestar de los trujillanos no se pudo apreciar en tu total dimensión.

No Lugar; Entre Espacios Ajenos


La Galería de Arte Raúl Joo Meléndez del Colegio de Arquitectos en Trujillo recientemente abierta al público con todas las exigencias que requiere un espacio destinado a las artes visuales, tiene como propósito albergar nuevas opciones bajo una supervisión controlada.

El colectivo conformado por Susana Aguilar, Gonzalo Fernández, Gulianna Holguín, Alice Vega, Crhistian Cruz y Armando Padilla, han elaborado una muestra colectiva donde la presencia fotográfica y la instalación se apodera de la propuesta denominada “No Lugar”. El recupero de escenas cotidianas y efímeras se trasluce en la captura de detalles que pasan inadvertidas. El mejor lugar para enfrentar la distancia entre un lugar y el individuo se concentra en los grandes recintos comerciales, así como escenarios donde la muchedumbre concurre de manera impersonal. En el caso de Susana Aguilar se zambulle a una cabina telefónica para explorar un mundo completamente desolado donde la comunicación muchas veces puede ser precaria como emotiva. Resuelve con ligeras inscripciones textos sueltos como: Son como 5 soles/ estoy llamando de cabina/ me falta pagar/hijita linda/ aló, aló/, al leer estos contenidos el diálogo se desvanece entre los cables y la inmediatez.
Gonzalo Fernández, encaja en su trabajo el bullicio del gentío y la práctica consumista en un lenguaje fotográfico, pone de manifiesto detalles de productos exigidos por una población cada vez más detallista. Al reemplazar lugares nos hace ver que el contacto humano se convierte en una rutina abrumadora. Guliana Holguín en “Espacio Nulo” video/instalación, se apresura en un trabajo precario donde la inscripción “Ahí guardé mis deseos, sueños, esperanzas… y se han esfumado” solamente es apetitoso de leer.
Alice Vega incluye en su proyecto a los visuales Crhistian Cruz y Armando Padilla. Determinan de este modo el trabajo: “Haciendo un lugar es un proyecto interactivo y reflexivo sobre los lugares y su gente, que a partir de perspectivas y miradas diferenciadas permite reconocer las distintas formas de relación entre ellos. Para desarrollar estas posibilidades, la fotografía concurre como una herramienta que genera un diálogo consecuente con nuestro tiempo y cultura, donde la visualidad impone su predominio irrefutable. La propuesta resuelve su difusión a través del entorno virtual, que propicia la participación irrestricta de quienes desde sus ámbitos de convivencia han generado un discurso visual sobre su espacio y tiempo”. Así describe la artista visual Alice Vega.
Espacios indiferentes son adueñados por este conjunto de creadores para enfocar lugares huérfanos de afectividad humana, sitios ausentes y de simple tránsito. La rutina y la neutralidad del hombre frente a los parajes y recintos urbanos se desvanecen en una existencia donde el alejamiento con el escenario se vuelve abúlico.

“Lima No Habitual” la aplastante y siempre bulliciosa Lima se apodera de quienes la habitan y, en ese transcurso la poderosa ciudad ejerce una importancia en un grupo de seis artistas afincados en la capital. Julia Salinas Sánchez en “Monumentos del olvido” plantea piezas urbanas como parte de una invención natural del hombre en rigor a su historia. El video de Julio Martínez Malqui, en “Un día”, nos muestra una nueva ciudad futurista, aseada y ordenada, el concepto vial y el tránsito peatonal se divisa magistralmente bajo un fondo “Straight live” Kodo With Isao Tomita. El guión y la animación fue realizada por el mismo autor y el apoyo de Pedro Mendoza. Mónica Miranda Rostaing en “Intervenciones callejeras” recupera la marginalidad en imágenes impresas sobre muros y con aplicaciones de pintura spray. El acierto de Elsa Valenzuela Bejarano, refiere que cada limeño es dueño de su propio lugar y, para eso ha tenido que graficar ángulos diversos. Marcelo Zevallos Rimondi, es más específico y detalla los extremos de convivencia en Ventanilla – Callao y los medios de transportes. Miguel Vallejo Sameshima, pormenoriza instrucciones para deambular por Lima en una lista básica de emergencias.
-Este proyecto colectivo reúne 6 propuestas que incursionan en el paisaje de distintos lugares de la ciudad de Lima; para su construcción ha sido necesario un recorrido por la ciudad y es a través de estos tránsitos, que se generaron nuevos vínculos con ella. Tomando como punto de partida los espacios más vistos, ofíciales, formales, iluminados, se busca conocer los espacios no oficiales, informales, oscuros de la ciudad, como una forma de evidenciar sus posibles diferencias o semejanzas, contribuyendo así a construir una ciudad menos fragmentada-. Así describe Rosa Benites G. de la segunda muestra colectiva realizada en la galería de Arte Joo Meléndez.

Los Grabados Epidérmicos de Juan Collantes

El grabado es una técnica que permite la multiplicidad de un original manteniendo la matriz para más adelante ejecutar otras impresiones. Cuando me refiero a grabados epidérmicos, preciso la superficie como el elemento que recoge la pintura para luego ser trasladada al soporte final. Juan Collantes Castañeda, realizó estudios en La Escuela de Bellas Artes de Dusseldorf (Alemania). Actualmente radica en Trujillo y ha instalado un taller donde desarrolla su trabajo de creación, así como la enseñanza de esta técnica en sus diversas variantes.
“Impresión y Expresión” es su tercera muestra individual en nuestra ciudad y se exhibe una sustanciosa selección de obras en la galería de arte Impromptu de El Cultural.
El principio del grabado radica en la impecabilidad de la impresión, es decir, el acabado final debe mantenerse limpio, notándose solamente el área registrada por la tinta. El trabajo de Collantes se orienta primordialmente en los efectos que origina las incisiones y la yuxtaposición de la pintura, las extensiones de planos superpuestos son franjas transparentes que permite observar lo que reposa debajo de las veladuras, de temas alejados de todo contexto académico. Tonos fuertes se adueñan de cuerpos indefinidos y de trazos hundidos por las gubias afiladas. La madera es la pieza fundamental donde reposa todo el trazado original, esta técnica de grabar en madera, denominada xilografía, es la que más utiliza Collantes, sin embargo, una aplicación mixta le permite resolver masas efectistas de color. Le saca provecho a cualquier superficie que le sugiera textura, incluso anda viendo trozos de madera en desuso para poder llevarlos al plano visual. Todo fragmento plano le permite una matriz maravillosa, no se deja endosar por la lisa y lustrosa madera cepillada, entiende que otros soportes le permitirán mayores riquezas ópticas, así como una impresión final diferente a la formal.
Busca a través de una técnica mixta mayores caprichos intentando acercarse a las bondades del aguafuerte y al de la aguatinta, pero su dedicación se resume a la madera y a los extremos que le pueda subrayar cada pieza tratada con las gubias.
El escenario de su trabajo es más confuso que las primeras obras, ahora, los personajes se pierden entre los fondos cruzados de líneas y una ajustada tintura de impresión. El contorno de las figuras ha quedado atrás y sobrevive una atmósfera cercana a densas abstracciones, este matorral de trazos funde la imagen principal saliendo un exquisito conjunto de pequeñas astillas coloreadas, alejándose de la xilografía tradicional, además el recurso de colores que aplica difiere al opaco y limitado grabado escolástico en madera. Asimismo, se complementa al modo del Taco Perdido, donde la coloración discute con la aplicación del óleo.
La contemplación de la pintura, la escultura y el grabado siempre han mantenido un alejamiento de ejecución. El Grabado como técnica utiliza una matriz y, por eso se le ha considerado un subproducto de la pintura. Otros afirman que, El Grabado por su calidad de ser múltiple en su tiraje, desplaza a las otras artes plásticas. Se puede ver la misma obra original de manera simultánea en diversos lugares; esto permite el Grabado. La pintura por ser única, sólo se aprecia en un determinado espacio.
Estas diferencias se quiebran cuando el espectador requiere de una gama de obras donde el significado aplasta toda contienda de elaboración plástica.

-Ha pasado algún tiempo desde la primera muestra que expuse en Trujillo. En serio que desde ese entonces, me he sentido un artista importante, a lo mejor el más importante, pues sentía que el público admiraba mi obra. Y eso que aún estaba estudiando. Pero luego me di cuenta que eso no era cierto, que todavía estaba en pañales y que el arte es una constante lucha, interminable, un largo camino por recorrer-. Así determina Juan Collantes sobre sus primeras experiencias.
Esta veintena de grabados que nos toca apreciar, escasamente observados en Trujillo, obras de calidad que se sacude de la pintura para mostrarnos simplemente una parte de lo que se puede realizar a partir de soportes inservibles y superficies maltratadas por la intemperie o por el uso cotidiano del hombre. Una obra que tiene mayores aceptaciones en otros continentes y que apertura una opción para ser arte, disciplina rigurosa que requiere de una dedicación permanente. Juan Collantes nos trae su trabajo para compartir ese silencio occidental que lleva por dentro, su alma mater y parte de su formación académica reposa en la Germania.
Su paso como docente en la escuela de bellas Artes de Trujillo, este año quedó inconclusa, una lástima por parte de esta institución académica al no asumir la seriedad que debe mantener como forjadora de futuros artistas.

La Reaparición del Crucificado

Corría el año 1976 y en las puertas del Diario La Industria de Trujillo el torero Fernando de la Cruz Gallardo realizaba un espectáculo intentando llamar la atención de la población, aprovechando su apellido “de la cruz” y vestido de torero se crucificó con ayuda de sus amigos. Este singular acto le permitió ganarse el titular “Crucificado pide torear”. Diez años le significó estar en los ruedos entre banderilleros y picadores.
Después de retirarse del toreo decide estudiar en la Escuela de Bellas Artes de Trujillo el año de 1980 integrando el grupo Trez, conformado por Tito Monzón Goicochea y Manuel Pérez Vásquez (Mapeva), este trío irreverente siempre causó sinsabores entre los profesores de bellas artes por la incipiente formación académica y la falta de libertad en los claustros de la academia.
En 1985 viaja a Cali (Colombia) junto a su hermano Richie y se establece definitivamente hasta el día de hoy cambiando rotundamente la vida de novillero por la de artista.
Su estadía en tierras cafeteras le permite trabajar con su pintura en total libertad. Ahora, el recordado torero nacido en Cachicadán nos visita a Trujillo después de muchos años de ausencia, trayendo una importante muestra de sus obras en un total de doce trabajos. La Casa de la Emancipación acoge a este importante creador liberteño en un espacio reducido donde las obras pierden su total magnitud, lo más adecuado era la sala amplia del primer patio, estos detalles deberían tomar en cuenta al recibir a pintores de categoría.
La docena de trabajos expuestos se puede apreciar entre tintas y óleos de magistral factura donde el dibujo es el mejor aliado en temas que bordean la tauromaquia y la imagen conquistadora de los españoles ante una cultural animada por el Dios Sol.
Por instantes se refugia en los clásicos para recrear una pintura alegórica y sustanciosa, Andrea Mantegna y Rembrandt Van Rijn le sirven de inspiración para trastocar la serie de lecciones de anatomía de ambos pintores renacentistas, aprovecha este escenario para incluir imágenes con atuendo de saco y corbata. Con el buen manejo del dibujo bordea una pintura exquisita acompañada de un delineado preciso, acucioso y frenético. La soberbia en el tratamiento de la indumentaria metálica y cascos de personajes hispanos de barbas cenizas posan soberbios y melancólicos entre fondos jaspeados y sonoros. Como una gran tribulación los seres van extinguiéndose por espacios ignotos de penumbras y vacíos que nos lleva a confundir la figura principal con el violentado fondo.
El drama y el furor de la arena durante una corrida de toros se han trasladado a un soporte vivo al que el pintor ha sabido otorgarle con la experiencia de conocer la actitud bravía de los toros y la agilidad del torero en poses emblemáticas. Desde el matador hasta el banderillero divisamos una realidad exacta de una pintura que se nutre de aspectos occidentales afincados en América.
-Su obra colmada de sensibilidad e inteligencia, de dominio del color y de buen gusto, revela un artista que domina la composición, el color, la figura y el difícil sentido del espacio. Su obra total y actual es un acierto, está colmada de optimismo, calidad y amor por el arte. Al igual que sus compatriotas Armando Villegas, Herman Braun y Fernando de Szyszlo, Gallardo se proyecta con éxito internacional desde su nueva residencia en Cali.- Así observa el crítico de arte colombiano Leonel Estrada.
En la pintura “La Primavera” el rostro de una fémina trasluce entre hojas y pétalos de flor, veladuras frescas aligeradas por una ventisca de trazos airea una obra sincera. En “Banderillas al Violín” son dos obras que representan el mismo tema, una de ellas procesada con tinta y plumilla a modo de boceto y, la otra obra similar se desarrolla al óleo en una maestría absoluta, vemos la firme postura del torero y la banderilla que se introduce en el cuerpo del animal robusto y de cuernos descomunales. La respiración del toro es atrapado en primer plano y el jadeo se nota en las fosas nasales entreabiertas y pronunciadas.
Esta muestra de Fernando de la Cruz Gallardo vitaliza la pintura trujillana en una variante importante, considerando la distancia en que se desarrolla su obra.

LA INVENCIÓN DE LO DES(h)ECHABLE

Juan Chávez Alvarado expone en Impromptu, Galería de Arte de El Cultural, ésta su muestra individual denominada “Unlimited Party City”
Elementos frágiles y etéreos se ubican confortables en un escenario despejado por una iluminación austera. La distribución de las intervenciones visuales se despojan de todo ideario formal, más bien, le otorga holgura espacial, de ese modo, las figuras estáticas se alimentan de la luz dirigida al interés del objetivo.
Cuatro grupos conformado de formas ilimitadas se desprenden para observar cuerpos desechables, que, sin embargo, al unirse nos otorga un conjunto armonioso. La recuperación de lo descartable se nutre para que la escena no sea tan terrible, elementos que son utilizados como envolturas invade al ser humano en todas sus escalas, materias que forman parte del confort básico de piezas caseras, así como de objetos de consumo cotidiano.
La vacuidad que representa la envoltura dentro del empaque nos hace reflexionar que el hombre desplaza la naturalidad por el envase (botellas plásticas, poliestireno y otros tóxicos degradables).
Los materiales deberían reintegrarse a la naturaleza sin causar daño alguno, esa biodegrabilidad tiene sentido al exponer Juan Chávez una torre de botellas plásticas trasparentes e integradas unas de otras logrando una especie de tótem, ha desprendido el etiquetado de cada envase sirviéndose para sus propósitos “La sombra del agua”, instalación agrupada y enlazada por el pico y el fondo de cada grupo pegado. Una base a manera de soporte o piso adoquinado en fragmentos cuadrados de arcilla enfrenta la recuperación de la tierra con lo sintético, alude el espacio terrenal con el objeto inventado.
Por otro lado, seis urnas dispuestas en fila nos muestran en cuadriláteros de vidrio, piezas de lo que significa nuevamente el concepto vacío de estas partes utilitarias y a la vez despojadas de su utilidad. El uso termina cuando empieza a desbaratarse la envoltura, esa volatilidad -física- sin manera de utilización se pierde en la inutilidad. Trozos de soporte que en algún instante cumplieron un fin útil, ahora, se hallan desprovistas de toda importancia, solamente, Juan Chávez nos refresca el recupero de la memoria por estas imágenes transitorias y sin definición corporal. El encaje de estas piezas sobre otras piezas útiles se desvanece en las múltiples y morfológicas comodidades de objetos transportables y dirigidos a la adquisición del ser humano.
Frente a estas urnas tres planchas de tecnopor se suspenden delicadamente, imágenes caladas nos da la idea de órganos humanos, otras veces nos somete a ver espacios o vistas aéreas de mapas y cuadrantes de una ciudad distribuidas en calles semejantes al centro histórico de Trujillo.
El ingreso a la muestra Unlimited Party City, se halla un vestidor con una cortina oscura donde en su interior, un espejo apabullado de inscripciones de diversas marcas de ropa nos enceguece, sin embargo la fijación del hombre se lanza a elegir confortablemente cada detalle de lo que va a utilizar como prenda distintiva. Existe en este recinto la discusión por la elección de mayor difusión, una gratificación espiritual que conlleva a un consumo citadino alterando todo gusto personalizado.
Estas instalaciones compromete el día a día y enfrasca códigos permeables fáciles de toda tentación por lo visible.
Jean Paúl Zelada describe la obra de Chávez; “es una propuesta que apela a una sensación simple; el de la invocación del elemento ausente, de lo que alguna vez estuvo y ahora ya no está; el imaginarse la existencia de algo a través del vacío físico que ha dejado este objeto al desaparecer”.
La frontera entre lo físico y la pertenencia se diluye cuando deja de importar un objeto que sobrepasa el interés permanente, es la razón de esta muestra que intenta despertar la inutilidad del elemento y su paso violentado entre las manos del ser humano.

Las dimensiones de una escultura distante

Todo certamen artístico trae consigo ciertas consideraciones con respecto a las exigencias visuales de cada participante. El VI Salón y II Concurso Nacional de Escultura con sede en Trujillo viene atrayendo a diversos escultores del país en una atractiva contienda estética tridimensional, sin embargo cuando nos fijamos de las obras expuestas en los salones de la Casa de la Emancipación del Banco Continental, apreciamos una alterable calidad de trabajos en esta muestra. Aun no existe el rigor curatorial en expectorar esculturas que desnivelan este avanzado concurso. Si bien, tendríamos, que tolerar la escasa producción escultórica en nuestra ciudad, entonces; al menos, los organizadores deberían tener mucho cuidado en la colocación de las piezas donde la ventilación e iluminación favorece la instalación de este tipo de obras.
Para este segundo concurso nacional de escultura han considerado un solo premio y tres menciones honrosas. Ahora, la deliberación del primer premio no coincide con trabajos que superan toda premiación –las decisiones del jurado son inapelables- , es muy curiosa esta parte de las bases.
Angeline Barnadas B. (Mención honrosa), trae dos trabajos en metal forjado y parte de la estructura en soldadura discreta, elabora a partir de los cuerpos un armazón corpóreo integrado con objetos adicionales que complementan temas silenciosos agregados por la frialdad del metal, es muy persuasiva con la forma al detallar cada parte de la obra. La artista limeña utiliza fragmentos sin utilidad alguna para transformar en piezas ordinarias y, un tanto espectral, como el corsé de una prostituta y un niño paseante de triciclo llevando entre su canastilla un pequeño oso juguete.
Rolando Mogollón Lama. (finalista), plantea en “Escape” una observación estricta con la piedra granito, labra la dureza gris del material en una sensualidad ajena de aristas recreando parte de los volúmenes en zonas lustrosas y con cierto brillo controlado. La forma circular es interrumpida con ligeros quiebres laterales, esto enriquece la escultura otorgando a la obra un sentido cualitativo. Desde la base, donde reposa el trabajo de este escultor trujillano se divisa la seria propuesta.
Luis Arangurí, muy cercano a la morfología y estilización de su pintura, establece su propia configuración en el tratamiento de su fémina muy bien acabada en una pátina de bronce. De cuerpos agigantados y cráneo empequeñecido resuelve con respeto una figuración cuasi real. Altera la anatomía en un alargamiento de extremidades para coordinar con la postura manierista. La considerable masa corporal que aplica el artista trujillano en el cuerpo bronceado nos indica que la formalidad del dibujo se puede someter a la materia que la moldea.
“Preso en libertad” obra del cusqueño Edwin Huamán Huillca, una jaula ovalada resguarda dos piedras a modo de huevos y, la paja que conforma el nido es sustituido con filamentos de alambre, lastimosamente debería ser colgada para su mejor apreciación, estas limitaciones del montaje no deja que se aprecie este trabajo.
La otra mención honrosa entregada al trujillano Clemente Marín Ruiz es una talla en madera donde una pareja de enamorados se entrelazan en una representación figurativa, pliegues y cuerpos bien trabajados bajo las gurbias y la maleabilidad de la madera. Obra discreta resuelta sin mayores expectativas, sencillamente se deja llevar por el ejercicio del buen manejo de las herramientas.
La última mención honrosa a la trujillana Beatriz López Suárez, mantiene cierta salubridad académica, Tres mujeres que aluden a las Tres Marías se distorsionan con la resina y el texturado verdusco. Nada ha cambiado, insiste con la misma forma de hace años; un congelamiento dañino.
El piurano Manuel Silvestre, desmantela la madera e intenta acoplar una imagen reposada en un volumen forzado logrando acercase con dificultad. La factura de la escultura justifica ese intento de seducción visual.
Juan Alayo Noriega, María Gonzalez, y Javier Arriaga apelan al concepto prehispánico como recurso de expresión
El primer premio es para la escultura “Modulación del rostro” del trujillano Fernando Castillo Saucedo, este tallado sobre granito se ve invadido por planos rugosos así como de zonas pulidas. Una simplificación severa de una imagen que no logra hallar la forma.
Entre la escultura de Miguel Angel Velit Aguilar (Lima) “El arco del triunfo” dotado de una estructura metálica, descansa frágil incrustado en el laberinto de los metales y Mónica Moscol Cifuentes (Lima), plantea la actitud equina de una yegua a base de fibra de vidrio, resina y el color negro mate que se integra en esta escultura de grandes proporciones; ambas obras categorizan este segundo salón de escultura.
Los tacneños Alberto Ramos Palacios y Manuel Gutiérrez Villanueva pasan desapercibidos. Lo mismo sucede con Daniel Pineda Torre (Huaráz), una madera con intentos de talla. Los demás trujillanos como Alfredo Cuba Contreras, César Charcape, Luis Alvarez Vizarreta, Germán Cárdenas Joaquín, Elgar Linares Rengifo, Carolina Carranza Calvo, José Gallardo Sánchez, Christian Alfaro Sulca y Jorge Calderón Acosta, simplemente bordean en este concurso.
Enrique Barreto Montes (Lima) y Ángel Cuela Supo (Juliaca) concluyen sin lograr su cometido.

Graffiti; un Arte Oscuro y Clandestino?


Los datos recogidos sobre el graffiti se remonta a la década de los 60; entre miembros de bandas callejeras y políticos activistas, (USA. 1960), esta forma de expresarse se convierte en masivo por mucha gente que quería pronunciarse sin ser visto, una manera furtiva de graficar sobre soportes clandestinos. Pero, ¿cuándo surge el graffiti?, aparece una nueva imagen oscura y tímida entre los suburbios neoyorquinos, un chico de 17 años llamado Demetrius, de ascendencia griega y radicado en Washington Heights, -barrio de clase obrera en Manhattan-, empezó a escribir en las paredes, en autobuses, en lugares públicos y, sobre todo, en las estaciones de Metro.
El Spray y el rotulador se constituyen en armas de poder y el frenesí de este lenguaje caligráfico se apodera de espacios abandonados y escaparates insólitos. Desde siempre el graffiti ha convivido con la oscuridad y el silencio de la aceptación social, sin embargo la presencia de dibujos emblemáticos y signos reconocibles se elevan como el poder de la imagen en trazos rápidos y muy bien definidos. El aerosol es la herramienta fundamental y, por las noches a tientas y hurtadillas emergen de la aparente sordidez, personajes con esa carga explosiva de liberarse y entrar en acción, eso sí, con una presencia huidiza, evasiva y febril.
Un arte que va ganando terreno en los espectadores atónitos y sorprendidos por la enmarañada e intrigante forma de conspirar en los muros y ángulos intervenidos.
Se ha intentando dar explicaciones psicológicas sobre el graffiti y los resultados no son nada alentadores, se ha calificado de manera superficial de ser inconformista, inadaptada, rebeldía juvenil y antisocial, etc., puede existir muchos calificativos, lo cierto, es que se mantiene vivo, en cada pared o espacio prohibido observamos su marca, ese sello que identifica su presencia. Los graffiteros sitian la ciudad y se adueñan por las noches y, cuando la gente duerme, ellos laboran sigilosamente y se confunden entre la escasa luz y el olor de los aerosoles, una niebla de color se eleva entre muros gastados sin importar la perpetuidad del trabajo. El carácter efímero del graffiti se desprende de los conceptos artísticos académicos.

Graffiti en Trujillo
-Existimos y nos presentan como marginales porque nos cierran los espacios, dice un joven graffitero que cursa el primer ciclo en una universidad local. Otro de ellos manifiesta que se inició haciendo pintadas en las paredes abandonadas, “nunca intervine una casa sin permiso, siempre firmé y pinté en lugares marginales: al lado de un depósito de basura, o donde por lo general la gente hace sus necesidades biológicas”. Pero ahora, los espacios que utilizábamos, ahora sirven como paneles de propaganda política. Sinceramente, sentimos que son abusivos, lo que hacemos es arte urbano, termina diciendo una chiquilla que también usa las paredes para expresarse.

Todo esto a raíz del I Taller de Graffiti Ciudadano que organizó El Cultural, donde participaron 20 graffiteros trujillanos.
El Entes y El Pésimo, así se hacen llamar dos de los más conspicuos y reconocidos graffiteros del Perú. Sus verdaderos nombres son Joan Jiménez y Edwin Higuchi, quienes estuvieron en Trujillo para conducir la actividad que convocó a centenares de jóvenes que se reunieron en la segunda cuadra de la calle República de Brasil, una enorme pared cedida gentilmente por sus propietarios, el Club de Tiro Trujillo.
El Cultural ha iniciado una campaña a la que ha denominado CIVICULTURA, y que tomará el arte “marginal” como pretexto para sensibilizar a los jóvenes en ciudadanía. No es posible que los jóvenes estén furtivamente pintando propiedades públicas y privadas a escondidas y luego sean confundidos con delincuentes, pandilleros o gente de mal vivir. Para eso hemos organizado este primer taller, nos dice Carlos Méndez, Gerente Cultural de la Institución organizadora. Se trata de llamar la atención a las autoridades, a las instituciones estatales y otras empresas para plantearles el problema: existen personas que utilizan las paredes para intervenirlas, y no son personas al margen de la ley; que también los hay, es verdad, pero la mayoría, son grafitteros que saben lo que hacen y por qué lo hacen.-
“Graffiare” expresión italiana que nos acerca al concepto del garabato, por otro lado la intervención de muros le otorga un carácter popular por ser único en su género callejero, muchas veces bajo la diferencia de territorio y en otras por modalidad protestante. La acción violentada del tratamiento trae consigo transparencias y una densidad colorística que nos recuerda el Pop Art.
Mientras no se desprenda del espacio privado al que es sometido el graffti, mantendrá sus valores visuales camuflados. La prohibición lo mantiene activo y la magia caligráfica crece y se expande entre las grandes ciudades y cuando giremos la mirada, entonces, hallaremos una rápida firma gráfica entre paredes ruidosas y lugares extraños.

Encuentro de Artistas Visuales en Otusco


Las calles empinadas y empedradas es lo primero que recuerdo de Otusco durante mi primera visita. Tejados rojizos palidecidos por la intensidad del sol se elevaban entre apretadas y gastadas avenidas, también los aguaceros que se desatan durante épocas de lluvia, registra un pueblo eminentemente andino -sierra liberteña- .
Esta aventura de trasladar el arte citadino a parajes de altitud considerable se ha adueñado del fervor de Alfredo Melly Cava, Otuscano de nacimiento y de espíritu. El Estribo, casona colonial restaurada en pleno centro de esta ciudad se preparó para albergar este importante evento cultural, actitud que se mantendrá de modo consecutivo.
La postergación del arte en la periferia de las grandes ciudades, siempre va acompañada de un desgano colectivo, pero este aletargamiento debe sacudirse para dejar ingresar en nuestras retinas la importancia que tiene esta exposición de artes visuales. Otusco, siendo uno de los centros primordiales de nuestro territorio peruano, ahora se define como una opción a los diversos artistas de nuestro medio nacional. Con esta muestra se apertura una gama de acciones artísticas con el propósito de enaltecer esta tierra de paisajes fabulosos y de hombres ilustres.
Trasladarse de escenario cultural en nuestra región permite que las manifestaciones culturales se enriquezcan en las diversas provincias de La Libertad.
Otusco, ahora se constituye en nuestro interés por ser la zona andina más cerca de Trujillo, además, por la gran importancia religiosa y el peregrinaje dotado de innumerables fieles cada mes de diciembre. La Virgen de la Puerta, significa dentro del concepto religioso una de las actividades más favorables de nuestro departamento y, vemos llegar cada año una cantidad formidable de turistas y feligreses que aglomeran la ciudad convirtiéndola a Otusco; Capital de la Fe.
En estas circunstancias nace esta alternativa de convertir a Otusco en una luminaria cultural descentralizada y de permanencia artística, es decir, las diversas propuestas que nacen a partir de esta primera actividad, significa un reto fundamental en acercar a los visitantes en un público familiarizado con la cultura de nuestro país. Una responsabilidad que tiene este primer encuentro de artes visuales y de Alfredo Melly Cava, es la de mantener de manera permanente exposiciones de arte, presentaciones de libros, representaciones teatrales y expresiones musicales.
Los 17 artistas visuales que participan en esta invalorable etapa inicial mantienen un recorrido artístico profesional y una experiencia que sobrepasa toda frontera, enalteciendo con su presencia esta exposición colectiva en Otusco: Pío Ángel Muñoz, aun mantiene sus imágenes féminas bajo soleadas campiñas costeras y, una coloración encendida que comulga con el frenético temperamento de este experimentado creador. Víctor Montenegro Burga, inserta nuevos elementos móviles en espacios marinos, la insistencia de las antorchas y cometas identifica una particularidad aun transitoria. Manuel Miranda Parreño, no se inmuta de los cambios ajenos a su observación, sin embargo minucioso con su pintura. Carlos León Cruz, la transformación de la figura en una pieza casi escultórica se envuelve y se camufla sobre fondos neutros. Wilo Vargas Morales, con buen sentido de la línea, aborda filamentos de color para configurar la forma. Flor Loyola Yta, aun saludable con esa propuesta que no colma sus intereses. Tania Castro Fernández, sus personajes impresos sobre telas crudas han cambiado de lugar y ahora divisa el espacio a su antojo. Carolina Carranza Calvo, tentativa pero con aproximaciones plásticas. Luis Arangurí Carranza, dotado de un dibujo que le sirve mucho en sus nuevas estructuras morfológicas. Germán Villanueva Ruiz, inquieto, alarmante y honesto con su trabajo Alfredo Cuba Contreras, Kalimán es el más ingenuo del grupo y con una laboriosidad increíble que advierte la textura con buen ojo. Juan Collantes Castañeda, trae consigo un valioso aporte por los materiales y, la ejecución de su grabado queda marcada por la disciplina de esta técnica. Julio Ñiquen Cumpa, sublimiza sus personajes bajo un escenario candoroso y un esfumado que controla muy bien. Carlos Rodríguez Rodríguez, dedicado a la preparación de alumnos en talleres de arte, nos otorga sencillamente parte de su tierra, Otusco. Humberto Jiménez Medina, de trazos aligerados y de cuerpos flácidos categoriza figuras de apariencia frágil. Zuller Carrillo Esquivel, no recuerda donde queda su trabajo aun tentativo entre la neofiguración y la ejemplaridad de obras realistas. Pablo Ramírez Vega, el fulgor del color vive impregnado en la mirada de este pintor joven.
Como podemos apreciar Otusco es nuestra visita obligada durante todo este mes. El clima aun se mantiene en estado térmico y los casi 2600 metros de altura nos observa atento junto a la mirada de nuestro entrañable Teódulo (Toto) Gamboa Loyola.

EL TRÁNSITO DE GONZALO FERNÁNDEZ


El exterior incoloro reclama la fugacidad de la indumentaria escolar en la galería de arte “Azur” de la Alianza Francesa de Trujillo.

La uniformidad del color en la vestimenta escolar le permite explorar el color reducido del blanco y sus escalas tonales en escasos tintes grises. Una excusa donde la gama blanquecina recobra una importancia visual.
La reforma educativa definida por el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado, trajo consigo una escala horizontal con el uniforme único escolar. Este tema le atrae al pintor y empieza a recrear una diversa actitud plástica con la edad púber y sus componentes externos. Hay un interés en mostrar todo este ciclo indumentario que identifica parte del medio en el que habitamos. Por otro lado define el tema en horas de mayor circulación peatonal, concentrada en momentos donde estos personajes se desplazan atiborrados y apresurados por abordar el transporte del bus y, en ese tránsito Gonzalo los atrapa y los detalla con sus pormenores afectivos.
En la mayor parte de los cuadros reitera la imagen y los fracciona en detalles de simbología personal. Experiencia que él mismo tuvo que vivir.
La pintura “Sonido de piedra” se distribuye en una secuencia experimentada a través de espacios parcelados en escenas intrínsicas, un recorrido fascinante de seres que llevan consigo sus precariedades mentales. Piedras que se incrustan en cuerpos que recobran su expresión. El complemento desfragmentado de cuadros se exige en ser una sola pieza mixta. La variedad temática se enriquece en la múltiple manera de enfocar rutinas, a veces hallamos discordia entre uno y otro formato, sin embargo, la indumentaria se establece como el principal elemento y, eso permite condensar la idea esencial en el interno mental.
En cambio, “Camino a casa” es mucho más cercano a la idea escolar y los conflictos sociales, una niña suspendida se eleva desprotegida, pero otra niña mayor que la primera la conduce entre los vericuetos de las calles lleno de peligro. El horror en el rostro revela los temores citadinos. La calle y sus devaneos se instalan en este trabajo y aparece una penumbra fantasmal configurando la crisis de su entorno, una combi se asoma entre ellas y levemente se traslada en un conjunto de seres que ocupan esta móvil transgresora. También, un hombre pasea con un perro en una escena cotidiana observada a diario y, nuevamente el peligro acecha entre ambas niñas; una de rostro anónimo y la otra con definiciones cercenadas.
Saca provecho la idea del collage, es decir, una intervención ajena al pigmento se inserta entre la pasta del óleo y el tratamiento del color, un impreso pegado resuelve un rostro que nos conduce a la Mona Lisa y, lo recrea con sumo cuidado pronuciándose la trama del recurso extrapictórico. Las piedras que penden sobre la cabeza arrastra un periodo de Sentidos Comunes, esta mujer vestida de colegial emula las dos expresiones de la clásica sonrisa leonardesca, estos rostros postizos se sumergen en cuerpos nobles y primitivos. “Lisa de piedra” encarna vidas paralelas entre la ingenuidad y la liberación del atuendo gris.
Gonzalo Fernández se pronuncia en este texto personal; -El vestido gris se distingue en los colegios estatales; la educación y su atuendo en el Perú caminan jugando por alguna calle sin nombre y, observo cuando algunos niños juegan con sus vestiduras grises: parecen felices entre juegos y, en cada espacio un juego de canicas, otras veces el ampay de la carrera.
La simple realidad de la educación, es la simple educación compartida por todos quienes utilizamos un uniforme gris, una especie de pelotón en una marcha de campaña. En la educación existe mucha diferencia social, hay alumnos que en este tiempo ya no lo usan por simple distinción, utilizan el propuesto por la institución en la que estudian, pero sigue cumpliendo el mismo propósito-.
Esta muestra denominada “Exterior Interior” comparte dos escenarios en los ambientes de la galería de arte “Azur” de la Alianza Francesa de Trujillo. La primera sala se distribuye con telas y la que secunda, se apropia de una instalación que se pierde en la improvisación. Se deja llevar por elementos del día; sillas, zapatos y una mesa donde se sirven unas mazorcas de maíz seco. Ha trasladado figuras reales a un espacio distinto y nada ha cambiado. Ha suspendido las sillas tratando de engatuzarnos con la levedad del recinto. Una instalación que debería sepultarla para agregar la continuidad de sus pinturas, que es alli, donde tiene acierto con el tema extendido en el primer ambiente.
No es necesario que clarifique su condición de creador al tratar de complementar la pintura con objetos colocados sin criterio espacial. Además, es suficiente tratar de especular con su obra una condición educacional que viene desde la década de los 70.
El hábito no le hace al monge, el trapeado reclamado por este joven artista aun sigue siendo mental.
La realidad educativa exige otras normas más precisas y la vestimenta gris queda en nuestra memoria y los recuerdos vuelven a ser placenteros cuando recordamos a Tito juega con Dora, o la imagen de María Chucena techando su choza.

El silencio de los caídos


Entre tampones y zonas agujereadas por el calibre de las balas se presenta la muestra individual del artista plástico nacido en Huanta, Ayacucho; Christian Flores Saavedra. La galería de arte Impromptu de El Cultural acoge por segunda vez a este artista formado en la Facultad de Arte de la Universidad San Agustín de Arequipa. En el 2003 ya nos había visitado con un conjunto de trabajos impresos sobre soporte sintético denominado “Tú y Yo”, temas relacionados con la sexualidad.
“Ni Escenarios, Ni Víctimas, Ni culpables” es el nombre de trece obras en técnica mixta donde el espacio apunta a recuperar los momentos más crueles que le tocó vivir al Perú en la década de los ochenta y Christian Flores experimentó estos instantes oscuros. La propuesta clara y firme de su obra registra una no violencia en espacios sustanciosos, espaciales y de sosegada aplicación.
Haciendo memoria de aquel paro de 1977 que trajo como consecuencia la Asamblea Constituyente presidida por Víctor Raúl Haya de la Torre, se define la constitución de 1979 trayendo cambios sustanciales en la igualdad de la población y el voto de los analfabetos. Esta aparente restauración de la democracia en 1980 con Fernando Belaúnde Terry con promesas económicas inconclusas es violentada con la aparición de sendero luminoso encabezada por Abimael Guzmán profesor de filosofía de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga. El estado se declaró en emergencia y las fuerza militarse cometieron acciones indebidas violando los derechos humanos, ya todo era un caos. Quienes hemos vivido esos tiempos recordaremos con exalto de que no vuelva a repetirse este acto desmesurado.
Estos estragos acontecidos en las dos últimas décadas del siglo XX horrorizó al país cayendo 69,280 víctimas según el informa final de la comisión de la verdad.
-La actividad violenta que se vivió en Huanta, Ayacucho; lugar donde nací, denota la inspiración de una moda actual que no es pasajera, de una experiencia que pienso, pocos han vivido, y artistas mucho menos. Este suelo tiene muchas historias que confesar… Yo confieso ante Dios y ante ustedes hermanos, que lo que cuento es verdad… Estas obras, hacen una observación retrospectiva, desde los ojos ingenuos que vieron como juego lo que sucedía y que hoy sólo queda la mirada latente del que espera saber lo que le toca vivir.- Así confiesa el pintor Christian Flores respecto a la temática que sacudió la zona andina del Perú.
Los grandes espacios en la pintura de Flores reflexionan sobre acciones pasadas en una intervención de personajes indistintos, sin nombres y sin categoría familiar, simplemente queda el anonimato de seres sacrificados por las radiaciones nefastas del momento.
El estampado de la mosca es una constante en diversas pinturas donde el sello cumple la función del pigmento. Ha demarcado imágenes y armas con números y fechas intentando recordar el tiempo en que transcurrió estos acontecimientos, quiere hacer memoria de los días trágicos y no logra hallarlo, entonces, busca en personajes de tenue resolución y posturas solitarias esa separación cruda de una realidad que ahora solamente existe en el recuerdo.
Una lluvia de misiles miniaturizados caen sobre un hombre protegido de un paraguas, pero de nada le sirve, esos dardos polvorizados atraviesan todo cuerpo, por otro lado un contingente de hombres semidesnudos quieren romper la línea roja. Una pareja sentada desmemoriada está quieta, ya no quiere retroceder los hechos.
-Aquel espacio de desarrollo histórico circunscrito en un ámbito geográfico, es el que determina las coordenadas conceptuales en el planteamiento, la experiencia personal de atisbo autobiográfico, logra catapultar al espacio tangible algunos momentos olvidados en el vacío existencial de la población cercana a algunas de sus historias; lo anterior nos lleva a plantear que la posible indagación en lo olvidado saca a relucir verdades que en muchos de sus casos no es deseable conocer ó poner en conocimiento, para esto el condicionante poder funciona como elemento manipulador de la historia.- Es la apreciación del artista visual cusqueño Víctor Zúñiga Aedo.
Esta muestra de Christian Flores refresca lo acontecido bajo una propuesta calmada y con observaciones naturales, no ha intervenido el concepto original del tema, más bien, nos muestra una pintura fortalecida por su propia experiencia.

EL MIGUEL ANGEL QUE LLEVA POR DENTRO

Muestra Antológica de Miguel Ángel Díaz Dávila en la galería de arte de la Casa de La Emancipación.

Un acercamiento silencioso nos trae esta muestra antológica realizada en la Casa de la Emancipación, pinturas registradas hasta el 2008 se ven complementadas con material fotográfico en los innumerables trabajos escultóricos y murales en relieves policromados.
Partiendo desde el frontis de la Universidad Nacional de Trujillo, la fachada de la Escuela de Bellas Artes de Trujillo y la Universidad de Cajamarca, así como en la Universidad San Pedro en Chimbote y universidades en Lima, apreciamos el despliegue total de relieves magistrales. La elocuencia plástica tratada en cada lugar se remonta a los aspectos históricos de cada región sin alterar su estilo personal.
Una discreta selección de obras se exhiben con el propósito de legitimar su producción de este artista Shilico nacido el 27 de abril de 1942 (Celendín, Cajamarca). La presencia de su trabajo en el Perú se halla en la vía pública y eso favorece al peatón, convirtiéndose cómplice de estos relieves ajustadamente coloreados. Desde el Paseo de las Musas en Chiclayo, - temática Kitch en un escenario donde la presencia del Señor de Sipán desborda-. “Hortensias” relieve instalado en El Golf II, ratifica el desempeño pleno en un espacio ornamentado con formas que identifican la peculiaridad de Miguel A. Díaz.
Una escultura plana, digerible y sin exigencias morfológicas se posicionan en espacios visibles y de tránsito agitado. Sus relieves institucionales emergen en imágenes formales y alegóricas. La simbología de sus elementos radica en una lectura figurativa y, obedece muchas veces a la exigencia del entorno donde elabora su obra. Se documenta de elementos básicos antes de enfrentar una obra pública. También, se anexa de aspectos históricos para que el tema esté comprometido con el lugar. Sus relieves ocupan frontis y, tiene cuidado que la forma no altere una realidad al que él está sometido.
Pinturas de chalanes y caballos solitarios se dejan recrear en sus telas en una técnica mixta, puntos yuxtapuestos definen cuadros con cierto acento puntillista. Estos círculos de color diminutos van armando la figura logrando encajar trabajos de temas vistosos y representativos.
La familia se filtra de manera afectiva en sus telas donde la idea personal se deja compartir en tres pinturas alusivas a un joven ausente. “Siempre vives”, “Joven azul” y “Amorosa ofrenda”, una recreación distante que expresa con cierta nostalgia. Díaz Dávila manifiesta su trabajo a partir de sus propias experiencias en escenas dramáticas y desoladoras.
El conjunto de obras expuestas en esta especie de retrospectiva revela la importancia visual de un artista formado con sus propias exigencias estéticas. El dominio pleno de la figura humana responde a la continuidad permanente de seguir laborando en diversos espacios.
La información detallada de sus trabajos en esta muestra, nos hace recordar que un artista está moldeado para la creación y en este contexto su obra ha dejado un importante manifiesto en estos últimos treinta años. El éxito de su obra radica en los relieves policromados, y es ahí donde el progreso plástico ha tenido mayores logros en relación a la pintura de caballete. La fragilidad de su pintura en el soporte plano de la tela, se desvanece y pierde vitalidad al someter el mismo principio de la escultura y la pintura en un solo tratamiento.
Sin embargo, La categoría de sus murales poseen una fuerza que se activa a partir de las hendiduras marcadas en la frescura del material que él mismo ha investigado. El concreto y el mármol reconstituido es la base primordial en el uso de los relieves, esa familiaridad le permite jugar con la diversidad compositiva y el conjunto de seres que inundan grandes extensiones de cemento tratado. Logramos ver importantes alegorías muralistas perpetuadas en un material durable. Estos secretos y mañas que ha logrado conseguir en años de dedicación queda plasmado en recintos artísticos ventilados por la solidez de su trabajo y la responsabilidad que trasmite a los espectadores urbanos con la elección del tema.
En los extremos de la galería principal apreciamos dos esculturas femeninas con alusión a la mitología griega, estás pálidas y blanquecinas piezas deberían alejarlas de la muestra porque perjudica el recorrido, además, no mantiene esa persuasión estética y se distancia de los hermosos relieves policromados. Pero, al final del otro ambiente se nos presenta los emblemáticos cuerpos del regordete y escudero Sancho Panza acompañado de su fiel y macilento amigo el Quijote de la Mancha, esta escultura resuelta en fierro, planchas y tubos de metal nos demanda una descomunal energía.

Cuando caminamos al compás de nuestras extremidades y observamos estos murales, no nos imaginamos como se ha logrado resolver al grupo de personajes históricos tallados y fijados en fascinantes incisiones. Seres de la literatura, justicia, arte y religión se dejan moldear por las manos de Miguel Ángel Díaz Dávila, haciendo honor con su nombre, al famoso genio del arte renacentista en Florencia.

El destello de los cuerpos amorfos


Con la muestra individual “Líneas Ancestrales” el pintor trujillano Pablo Ramírez Vega, expone este mes de octubre en coordinación con la Galería Club Colonial de Huanchaco y la Galería Artimundo de Bruselas (Bélgica).

Cuando los cuerpos se aglomeran en un espacio se dificulta la observación de la escena, sin embargo, cuando el orden es planteado con severidad hallamos una riqueza móvil entre estos seres amorfos. Así inicia su trabajo Pablo Ramírez Vega, zambullido entre miniaturas formas y de ralo color. Su obra cubierta de elementos se inicia bajo el esquema de la iconografía Mochica y, en ese espacio encuentra sus raíces de la forma.
Formatos inusuales resisten todo el resumen de imágenes cercanas a su cultura, las ubica a manera de una danza nocturna en un aquelarre de seres divinos y enigmáticos. Una magia ancestral se adueña de su pintura emergiendo ligeras figuras subordinadas a los dioses y divinidades de antaño.
Seres alados y fabulosos se apoderan de temas originados por la variedad de gráficos recreados de un pasado solemne. Recurre a ese universo prehispánico para enaltecer el valioso aporte que sostiene su obra en un contexto real y actual.
Peces y aves invaden fondos neutros, una dádiva fantástica que se alimenta de la reinvención de decorados Moche. Todo este conjunto de dibujos permite ubicar con claridad de manera personal un solo elemento en el soporte. Logra seleccionar con eficacia de esta cantera anterior a sus pinturas, imágenes precisas y muy bien estructuradas bajo un dominio de texturas. Bloques llenos de color en un resplandor que brilla en combinación a la pasta rugosa aplicada en las formas estilizadas y hieráticas. Ha superado el bullicio del grupo y ha extraído con acierto, fragmentos lustrosos e iluminados por el acrílico, otorgando efectos visuales a los cuerpos brillantes y de coloraciones fuertes. Su acercamiento al concepto del color se remite básicamente a la experiencia que le tocó convivir con la pirotecnia. La infinidad de viajes a pueblos diversos llevando consigo esta faena familiar, le permitió asimilar el fulgor que origina la luz en las noches oscuras de lugares lejanos a la ciudad. En esta diversidad de fuegos artificiales le queda en las escleróticas impregnada una encendida forma de ver la naturaleza.
Rostros imperturbables rodeados de ligeras lumbreras y tocados utilitarios se quedan suspendidos en una atmósfera plana, de bocas reducidas y ojos finos, se dejan apreciar bajo una indumentaria inventada y rellenada de una grafía espiralada, este ligero movimiento reposa en trazos claros sobre tonos de la misma gama.
Maneja con especial consideración un color que discute con el personaje planteado. Se aleja del círculo cromático y agrega de modo digital encendidas gamas en formas cruzadas y uniformes. Por ahora se preocupa en alterar las primitivas figuras obtenidas de épocas anteriores. Esta simplificación de su pintura se remite primordialmente a la constante aplicación de dibujos y su metamorfosis, estos cambios sustanciales en su trabajo permite jugar con facilidad cada detalle.
La pintura de Pablo Ramírez se introduce al maravilloso mundo de una civilización costera. Recrea con ansia un pasado mágico y, el fervor por la iluminación se pronuncia en una fortaleza bañada de tintes fieros. Responde al temperamento los pormenores de su trabajo y, en ese transbordo impide que se filtre extraños perfiles. Agrega con insistencia particular una pintura suministrada a partir de un legado lejano, evitando dejarse absorber por esquemáticos cuencos de otros tiempos.
Ha comprendido y es consciente que tiene que liberarse de ciertas contaminaciones y, mientras se percate que su obra pertenece a este momento, entonces, tiene que exigir una independencia en el planteamiento de su propuesta.
Todo ha quedado atrás y ahora se desplaza al contraste de la incandescencia en relación a una nueva forma de replantear sus figuras solitarias sobre fondos texturados y desnudos. Recobra la idea de la materia como principal argumento y queda el registro sostenido en una pintura que identifica el territorio del pintor.

Carlos León Cruz; de Huaranchal a Europa


Florencia, ciudad de grandes artistas renacentistas junto a Venecia y Roma fueron el epicentro de grandes obras clásicas, ahí florecieron Leonardo Da Vinci, Rafael Sanzio y Miguel Angel. Este mismo escenario de siglos reivindica el arte a través de la VII Bienal Internacional de arte Contemporáneo – Florencia 2009. Esta ciudad caracterizada por el mecenazgo de los Médicis ha contribuido a la historia del arte importantes manifestaciones artísticas.
La convocatoria a esta bienal fue a nivel mundial donde participaron más de 600 artistas de los cinco continentes -80 países-. Entre los tres ganadores que otorga esta bienal internacional se encuentra Carlos León Cruz (Tercer Lugar, Perú) Maxinino Balatbat (Segundo lugar, Filipinas) y Reinder Ourensma (Primer Lugar, Holanda)
El jurado calificador integrado por reconocidos curadores, historiadores y críticos de arte de diversos países como, Stefano Francolini (Italia) Matty Roca (México) Elza Ajzenberg (Brasil) R.B. Bhaskaran (India) Gregorio Luke (USA) Rosa Tejada (New York, USA) Francesco Buranelli (Italia) y Blanca Petretto (Italia).
“Pueblo Vivo” y “Huaca Preñada” son las obras de Carlos León en la Bienal de Florencia, temas que se remontan a su tierra como concepto estético, en ella se aprecia el arraigo y el sabor de la sierra liberteña, lugar de donde proviene; un pueblo de nombre Huaranchal aun persiste en su trabajo. Los colores terrosos y la restricción a los grises es el resultado de figuras sintéticas acompañada de una cuidadosa textura se distingue en este paisaje de grandes cerros y rocas macizas. Basta con deleitar estos pletóricos parajes para comprender la deuda que tiene por su pueblo y la magnificencia de sus pobladores.
Este importantísimo premio que nos trae de Europa comprueba que su pintura recién se acerca a otras urbes con eficacia, oficio y dedicación. La presencia de su arte latinoamericano frente a ojos ajenos, despertó la mirada de observadores confundidos por el aporte indiscutible de una pintura peruana. Algunos comentaban que su pintura estaba emparentada con la escultura en un mensaje de comprensible digestión. La idea andina del trabajo precisa entre el mundo occidental y el deseo por revelar su terruño se ve clarificado en estas dos obras de casi dos metros de altura.
Sus personajes han venido metamorfoseándose en una simplificación de figuras compactas reposadas sobre fondos limpios, no lastima las formas angulosas para dar paso a seres platónicos y equilibrados entre la neutralidad del espacio y el capricho de estilizar cuerpos pétreos. Cubre el formato con un pigmento mate para enriquecer la iluminación de las aplicaciones suaves y candorosas. Un ligero brillo semejante al residuo de la arenisca flota sobre fuertes estructuras corporales. Atrás quedaron aquellos personajes adiposos para que ahora se enfrente a una secuencia de planos contrastados ejercitados por una pintura que no necesariamente es el óleo. Un afán por encontrar superficies diferentes se somete a experimentar distintos materiales que le permita tener una pintura personal.
La Fortezza da Basso (Florencia) erigida en el siglo XVI por el arquitecto florentino Antonio da Sangallo, significó el lugar para la exposición de las innumerables obras entre; Pintura, Escultura, Fotografía, Intervención Pública, Arte en Papel y Video.
Kofi Annan, del comité de la bienal nos hace recordar que: “Los artistas tienen una labor especial en la lucha por la paz. Los artistas no solo hablan a la gente, sino que hablan por la gente. El arte es un arma contra la ignorancia, el odio y representa la conciencia humana… El arte abre nuevas puertas al aprendizaje, al entendimiento y a la paz entre las personas y naciones”. Esta declaración indica que el arte permite una integración mundial.
Carlos León dedica este premio a su tío Manuel Cruz Leyva, amigo de infancia, con quien empezó a tentar con la pintura y, que aun queda en su memoria recuerdos gratos de un ser que se debate entre esta vida y una nueva existencia.
Este galardón le permite ser invitado a la Bienal Internacional de Turquía en la ciudad de Izmir (Esmirna), mayo 2011. También está considerado en marzo del 2010 a la Feria Internacional Expoart de New York (USA).
Este regalo para nuestra patria se distingue al término de este año y su obra ocupa un espacio en territorios lejanos.

Ana de Orbegoso y sus Vírgenes Urbanas


La campaña evangelizadora durante la colonia en el Perú estaba compuesta por grabados llegados de Europa, estos ejemplares ilustrados con temas religiosos, también sirvió de modelo a la pintura virreinal durante el Siglo XVI. La presencia de Bernardo Bitti, Mateo Pérez de Alesio y Angelino Medoro refuerza una presencia italiana, sin embargo el periodo barroco se instala por dos centurias, ambas influencias en tierras americanas le otorga una importante producción de obras que abastecían a las iglesias, conventos, monasterios y otros centros religiosos de la época.
La Escuela Cusqueña tiene una preponderancia en la elaboración de este grupo de doce obras que se vienen exponiendo en la Casona Orbegoso de Trujillo.
Ana De Orbegoso, fotógrafa de formación, recurre a una serie de pinturas proveniente del Cusco a partir de la mitad del siglo XVII donde Gregorio Gamarra y Pedro de Vargas seguidores del manierismo dejan en claro que los grabados flamencos de Halbeck y de Martin de Vos es de importancia absoluta, estos cuadernos aun se conservan en la biblioteca Nacional del Perú en el área de investigación.
Pintores mestizos e indios introducen características particulares en cuadros donde el ropaje y el paisaje se acercan más al Perú colonizado, como en las obras de Diego Quispe Tito, Basilio Santa Cruz, Martín de Loayza, Juan Calderón, Juan Espinoza de Los Monteros, Marcos Rivera, entre otros.

Los trabajos digitalizados e impresos sobre tela de Ana De Orbegoso acogen en su propuesta fotográfica, pinturas de la Escuela Cusqueña en un recurso del Photoshop. Rostros de vírgenes y querubines son reemplazados por la de peruanas actuales, en algunas se ve forzada la inclusión de imágenes, sin embargo, la idea es, de que nosotros observemos en una realidad repentina dejando atrás esos rostros pasivos e inertes. La tranquilidad estática de los personajes se deja recrear en un limpio proceso digital de asear zonas reemplazables. No daña la vestimenta ni viola los elementos sustanciales de las obras coloniales, simplemente las interviene con una delicadeza que permite respirar los atuendos pasados en un escenario urbano, es decir, las vírgenes han salido de los claustros para mostrase en su totalidad, pero se revisten de la instantaneidad y empiezan a deambular por la ciudad, tal como se mostró en la ciudad del Cusco.
Esta experiencia de jugar con la fotografía ha venido elaborando desde las imágenes de; Mi álbum infantil, una historia reinventada, donde cuerpos frágiles juegan con caras afirmadas.
“Santa Rosa de Lima”, este trabajo matiza el atavío de la santa con una manta incandescente, colorida y cotidiana utilizada por mujeres andinas, la mano izquierda no coincide en proporción con la mano derecha y, el querer acoplar el cuerpo moderno con la otra estructura corporal perteneciente a un canon occidentalizado, despierta el interés en valorar los distintos tiempos del arte peruano. “La Virgen Inmaculada”, escasamente intervenida bajo un fondo de la plaza de armas de la ciudad imperial. “La Virgen del Norte”, se somete a transparencias entre el trapeado y cerros tenues que le sirve de paisaje a una obra que se orienta a revelar una virgen en un baile típico del lugar. Hombres vestidos de chalanes bajo las faldas de la virgen danzan al ritmo del atuendo norteño y, en la cabecera del cuadro dos iconos mochicas fileteados se encuentran en actitud móvil. El reconocimiento del tratamiento de las fotos nos lleva a recordar la serie de La Pared Invisible, donde la fusión facial en los nudillos de la mano logra una veladura similar a los cuerpos desnudos del grupo de La Muralla y Los Otros.
Las doce obras expuestas en esta muestra individual de Ana De Orbegoso mantienen una importante unidad al tomar en cuenta los fondos citadinos con la pintura colonial. En “La Virgen Arcabucera” se aprecia un grupo de mujeres que marchan dignas a modo de ronderas. El tema de los arcabuceros en la pintura cusqueña prevalece el arma de fuego como elemento hispano, sin embargo, este trabajo va más allá del concepto estético, De Orbegoso recupera el proceso social de un pueblo que establece sus propias acciones en una condición propia. La asistencia de la modernidad digital en el fotomontaje le da una categoría actualizada.
La obra fotográfica de Ana registra una exigencia profesional en varios conjuntos de su propuesta como lo es también en Disutopia.
Ramón Mujica Pinilla, opina así: “… Estos retratos profanos esconden un mensaje alegórico que provoca un vértigo teológico; la santidad no existe exclusivamente en el cielo. Puede encontrarse también encontrarse en la gente común nutrida de fe, que desde sus altas punas o pueblos celebra fiestas y procesiones a los santos de la iglesia”.

La Envoltura de las Imágenes

En una oportunidad un amigo pintor me comentó, que pintar un rostro o una figura humana era lo más fácil, sin embargo, jamás observé en su trabajo resolver forma alguna, luego, una pintora me expresó, que el pintar un hermoso retrato o un buen desnudo no garantizaba ser un pintor. Estas dos maneras de abordar el arte revelan que la pintura no radica en la fidelidad de la imagen real, pero, recordemos algunas situaciones como es el caso del artista español Vicente López al retratar al mismísimo Francisco de Goya, retrato espléndido que ni siquiera el propio Goya pudo expresarse en sus innumerables autorretratos, solamente este cuadro pintado por V. López le bastó para ser reconocido como tal.
Fernando de Szyszlo decía que a él le costó mucho aprender a dibujar, incluso veía como Jorge Piqueras resolvía con magistral facilidad la imagen humana. Van Gogh no pisó escuela de arte alguna, sin embargo se inscribió en un curso de dibujo y perspectiva para solucionar aspectos técnicos. Toda contemplación académica será expuesta a riesgos vanguardistas y en ese tránsito se devela un arte personal separado de todo principio formal.
La muestra “Imágenes” en la Casa de la Emancipación, Banco Continental, registra una importante exhibición al término de este año. Alvaro Mendoza Vilca y Quintín Borda Ticona exponen en esta bipersonal un cierto gusto forzado y académico. Una selección de trabajos figurativos con exigencias del buen dibujo.
Alvaro Mendoza mantiene una pintura subrayada por la exquisitez y la envoltura atmosférica que empapa una figura resuelta en un esfumado controlado. Integra la forma en un espacio decoroso y gustativo. La desnudez esplendorosa y sensual postura de sus imágenes femeninas reposan en colchas y pliegues suaves, cojines perfumados y acompañados de flores bañan los cuadros en una estación de estío. Toques finos de pintura rozan la tela para capturar formas y esencias reales, pinta lo que ve y nos atrapa con esa maestría de la figura. No podemos ser mezquinos al ver su trabajo en conjunto y decir, que el arte figurativo no encaja en estos tiempos donde el concepto digital sobrepasa todo esfuerzo manual. La obra de Mendoza llega a nuestra ciudad para mostrar una pintura dotada de sinceridad y sin alarde alguno detalla cada parte de la obra en pincelada precisa y artificiosa. Si precisamos el detalle en su obra, hallamos cierta comodidad al camuflar manos irregulares en una bruma que baña todo el cuadro. Una aproximación láctea blanquecina se presencia en su pintura; característica regular en su trabajo. Hay que destacar la claridad y limpieza académica del cual hace gala .
Esta muestra intenta complementarse con el profesor de bellas artes Quintín Borda al instalar sus obras en el segundo ambiente. Dibujos en grandes formatos trazados al carboncillo se desplazan de las pinturas y, figuras desnudas sobre papel ocre lucen con discreción una morfología de taller. Este contraste rígido de un dibujo alusivo al concepto escultórico se separa de la sensualidad de la otra parte de la muestra.
Un tanto apático ver nuevamente la misma producción escasa de Borda. Dicen que en la repetición está el gusto, sin embargo el gusto se desvanece cuando observamos los mismos trabajos en cada exposición. Debería abstenerse hasta que nuevas obras salgan de su taller. A pesar de este detalle la escultura de sus féminas adiposas no dejan de ser valiosas.
Le cae bien a la ciudad esta exposición de obras digeribles y de lectura accesible, eso permite introducir la naturalidad del arte a través -no de una propuesta- de la plasmación aparentemente real. Aunque vale decir que la realidad estética de la forma es una apariencia que el artista plantea en su obra. Lo que se ve en esta muestra es un cierto afán por legitimar que la pintura sigue siendo pintura y, que, pueden existir mil formas de expresarse.
Alvaro Mendoza y Quintín Borda conspiran ante las nuevas opciones del arte, ellos se perfilan bajo la idea académica reforzando la importancia de una buena formación artística. La validez radica en la permanencia figurativa y en las posibilidades de enfrentar una realidad del tema expuesto. Esta muestra pareciera una clase de taller de bellas artes para quienes quieran renunciar la idea básica de la pintura. Puede existir un esfuerzo por parte de los expositores en intentar prevalecer que la imagen bonita y bien colorida son esencias fundamentales en el arte. Estos trabajos se aproximan a una parte de la práctica profesional y al ejercicio mediático de un artista. Se tiene que tener en cuenta la importancia mental del arte sobre una pintura instintiva rutinaria e inexpresiva.
También podemos aclarar que son muchas las tentaciones estéticas en un creador, este significado de la tentación llega en cualquier instante y, no nos sorprenderíamos ver la figura trasgredida y herida bajo una forma irreal acostumbrada a nuestra mirada.
Las obras que se exhiben en la Casa de la Emancipación exigen a la mirada ser más meticulosa con las formas y detalles elaborados a partir de lo que un artista visual pueda capturar y otorgar al espectador.

jueves, 5 de agosto de 2010

Cuerpos Blancos Almas Oscuras

El escenario blanquecino almacena obras que ejercen una importancia estética en la producción de Nereida Apaza Mamani. “Levitaciones en Paris” es la muestra individual de esta artista visual arequipeña en la Alianza Francesa de Trujillo.

El conjunto de los trabajos se posicionan en una reciprocidad ordenada. Ha distribuido en los dos ambientes, ensambles con obras planas.

“Noche de estrellas” resume tres telas de gran formato aplicado con hilo oscuro, ha cosido a manera de dibujo notándose las puntadas sin perder la esencia del trazo, es decir, reemplaza el grafito por el filamento y construye escenas dislocadas y solitarias. Un árbol deshojado se suspende en una atmósfera limpia originada por la crudeza de la tela y, un nido que reposa en lo alto, altera un ambiente formal en un lugar deshabitado, mientras que, la mano de un mozalbete sostiene la punta de una madeja enraizada en todo el espacio, una jungla de tiras oscuras se entremezclan perdiéndose el inicio y el orden de esta rayuela. La tercera parte de este grupo de telas sin imprimante se orienta a enfatizar la idea de una trilogía sostenida en la separación absoluta de los recursos pigmentarios para ensalzar la higiene de la línea y fondos provistos de blancura total. Nuevamente la construcción del dibujo divisa una invasión de espacios liberados por la trama del soporte.

“La carne blanda fatiga mi alma”, se compone de tres pedestales donde sobre un cojín descansan manzanas atravesadas por un clavo, sin embargo una red de hilos sirve de envoltura, todo está protegido por una especie de telaraña y los módulos quedan atrapados. La idea pecaminosa se deja manifestar en este elemento prohibido por el génesis bíblico. Nereida Apaza recurre a la ausencia del color y se libera de toda coloración para entregar una propuesta incolora sometida a la intemperie de la luz artificial.

En la instalación “El pensamiento no sabe nada” cinco lavatorios de porcelana con líquido son acompañados de cinco manteles mojados -estos, camuflados de inscripciones poco visibles-, esta fatiga cotidiana se aprecia en la humedad de los trapos, una acción que empieza en cada día de la muestra. Una faena doméstica y rutinaria nos impulsa a creer que estos utensilios son utilizables en la limpieza del hombre, un aseo espiritual que intenta cada trabajo. Este ensamble de trapos y cuencos de metal se suspende en el ideario conceptual de la creadora para insistir que la vida diaria se compone de actos normales y reales. La proximidad del cuerpo a estos elementos, se dispone de una utilidad mediática y renovable.

La confrontación del blanco sobre otra tonalidad del blanco se revisa en la obra ·”Nubes”, siete cuadros pequeños a modo de cajón desfilan en una horizontalidad continua y de distancias paralelas. El bordado blanco se deja lucir por la luminosidad del filamento cosido y la opacidad de la tela queda subordinada a la intervención de figurillas estructuradas entre nubes y aves. El complemento lumínico y la pérdida del color se orientan a elaborar piezas que lidian con los efectos visuales del montaje, a pesar de la restricción tiene que equilibrar la dificultad del blanco sobre el blanco y, creo que la efectividad del contraste logra su cometido, sin embargo existe una austeridad proporcional entre la imagen y los espacios que retienen cada elemento.
La entrada de la galería se orla de una jaula metálica en cuyo interior bostezan agujas rojizas, “Agujas oxidadas” es evidente la respuesta a este título, sin sorpresa alguna amontona piezas en una narración predeterminada. La relación de la oxidación con el color se deja leer sin aventura alguna.

El nombre de la muestra alude a su estancia en Paris, pero no es exactamente lo que ella expresa, más bien, significa el recorrido de los pasos que trajinan diversos escenarios. “Levitaciones en Paris” se conforma de diez cuadros donde la acuarela y el transfer son los responsables de esta representación plana. La unidad entre esta decena de pinturas radica en la gravitación de los pies desnudos, cruzados o firmes no pretenden aplastar una escenografía de situaciones fatalistas entre cuerpos desnudos y dibujos miniaturizados en actitudes ilustrativas. Espejos que transitan bajo ruedas alarmantes y desquiciadas, personajes de cabeza sin importar su ascendencia, una mujer desnuda duerme en un sofá tina, hombrecillos bien vestidos a oscuras como músicos fúnebres se elevan sobre hojarascas libres y, nidos que albergan sillas y sillas que trasportan espejos en situaciones inciertas, emergen de una intensa persecución de anticuarios de trivial antigüedad. Vuelve a graficar en este grupo de acuarelas de fondo adoquinado, transparente, un cordel de maniquíes pálidos y bajo este tendido un toro desconcertado observa un poste vetusto y una caja ánfora desperdiciada en un territorio esquizofrénico.
Concluye esta artista visual sureña con una bitácora, donde apertrecha la inagotable fuente de su trabajo en dos cuadernos denominados: Cuerpo blanco, alma oscura; se aferra a una trasmigración de la forma en fondos vírgenes, intactos y limpios, transgrede sutilmente la humanidad para explotar una imaginería que nos recuerda a las viñetas de aquel insondable mamotreto escolar llamado Fanal.