martes, 24 de agosto de 2010
Ana de Orbegoso y sus Vírgenes Urbanas
La campaña evangelizadora durante la colonia en el Perú estaba compuesta por grabados llegados de Europa, estos ejemplares ilustrados con temas religiosos, también sirvió de modelo a la pintura virreinal durante el Siglo XVI. La presencia de Bernardo Bitti, Mateo Pérez de Alesio y Angelino Medoro refuerza una presencia italiana, sin embargo el periodo barroco se instala por dos centurias, ambas influencias en tierras americanas le otorga una importante producción de obras que abastecían a las iglesias, conventos, monasterios y otros centros religiosos de la época.
La Escuela Cusqueña tiene una preponderancia en la elaboración de este grupo de doce obras que se vienen exponiendo en la Casona Orbegoso de Trujillo.
Ana De Orbegoso, fotógrafa de formación, recurre a una serie de pinturas proveniente del Cusco a partir de la mitad del siglo XVII donde Gregorio Gamarra y Pedro de Vargas seguidores del manierismo dejan en claro que los grabados flamencos de Halbeck y de Martin de Vos es de importancia absoluta, estos cuadernos aun se conservan en la biblioteca Nacional del Perú en el área de investigación.
Pintores mestizos e indios introducen características particulares en cuadros donde el ropaje y el paisaje se acercan más al Perú colonizado, como en las obras de Diego Quispe Tito, Basilio Santa Cruz, Martín de Loayza, Juan Calderón, Juan Espinoza de Los Monteros, Marcos Rivera, entre otros.
Los trabajos digitalizados e impresos sobre tela de Ana De Orbegoso acogen en su propuesta fotográfica, pinturas de la Escuela Cusqueña en un recurso del Photoshop. Rostros de vírgenes y querubines son reemplazados por la de peruanas actuales, en algunas se ve forzada la inclusión de imágenes, sin embargo, la idea es, de que nosotros observemos en una realidad repentina dejando atrás esos rostros pasivos e inertes. La tranquilidad estática de los personajes se deja recrear en un limpio proceso digital de asear zonas reemplazables. No daña la vestimenta ni viola los elementos sustanciales de las obras coloniales, simplemente las interviene con una delicadeza que permite respirar los atuendos pasados en un escenario urbano, es decir, las vírgenes han salido de los claustros para mostrase en su totalidad, pero se revisten de la instantaneidad y empiezan a deambular por la ciudad, tal como se mostró en la ciudad del Cusco.
Esta experiencia de jugar con la fotografía ha venido elaborando desde las imágenes de; Mi álbum infantil, una historia reinventada, donde cuerpos frágiles juegan con caras afirmadas.
“Santa Rosa de Lima”, este trabajo matiza el atavío de la santa con una manta incandescente, colorida y cotidiana utilizada por mujeres andinas, la mano izquierda no coincide en proporción con la mano derecha y, el querer acoplar el cuerpo moderno con la otra estructura corporal perteneciente a un canon occidentalizado, despierta el interés en valorar los distintos tiempos del arte peruano. “La Virgen Inmaculada”, escasamente intervenida bajo un fondo de la plaza de armas de la ciudad imperial. “La Virgen del Norte”, se somete a transparencias entre el trapeado y cerros tenues que le sirve de paisaje a una obra que se orienta a revelar una virgen en un baile típico del lugar. Hombres vestidos de chalanes bajo las faldas de la virgen danzan al ritmo del atuendo norteño y, en la cabecera del cuadro dos iconos mochicas fileteados se encuentran en actitud móvil. El reconocimiento del tratamiento de las fotos nos lleva a recordar la serie de La Pared Invisible, donde la fusión facial en los nudillos de la mano logra una veladura similar a los cuerpos desnudos del grupo de La Muralla y Los Otros.
Las doce obras expuestas en esta muestra individual de Ana De Orbegoso mantienen una importante unidad al tomar en cuenta los fondos citadinos con la pintura colonial. En “La Virgen Arcabucera” se aprecia un grupo de mujeres que marchan dignas a modo de ronderas. El tema de los arcabuceros en la pintura cusqueña prevalece el arma de fuego como elemento hispano, sin embargo, este trabajo va más allá del concepto estético, De Orbegoso recupera el proceso social de un pueblo que establece sus propias acciones en una condición propia. La asistencia de la modernidad digital en el fotomontaje le da una categoría actualizada.
La obra fotográfica de Ana registra una exigencia profesional en varios conjuntos de su propuesta como lo es también en Disutopia.
Ramón Mujica Pinilla, opina así: “… Estos retratos profanos esconden un mensaje alegórico que provoca un vértigo teológico; la santidad no existe exclusivamente en el cielo. Puede encontrarse también encontrarse en la gente común nutrida de fe, que desde sus altas punas o pueblos celebra fiestas y procesiones a los santos de la iglesia”.