Cuál es el interés en realizar una exposición colectiva si en ella existe una carencia y desgano temático. La aventura y el apuro por mostrar obras que no tienen derrotero alguno, inquieta las miradas y se desvían del objetivo. Tres artistas formados en la escuela de bellas artes de Trujillo; Pablo Ramírez Vega, Juan Mendoza Anticona , Johnny Contreras Figueroa y Zuller Carrillo Esquivel con estudios en la escuela de arte de Arequipa, vienen exponiendo en la Casa de la Emancipación bajo un nombre que sugiere alumnos de taller de escuela.
Una muestra en grupo debe estar orientada a expresar un itinerario de trabajos que sugiera una idea o estar enlazada entre un pintor y el otro, no debería aislarse cada parte porque resultaría incomprensible la intención del conjunto de obras.
Si entendemos que cada uno de los pintores se lanza al ruedo con su trabajo sin tomar en cuenta al otro, entonces, el colectivo es poco alentador. Sin embargo, si tratamos de separar a cada uno de ellos, hallaremos una valía personal sin tomar en cuenta a los cuatro artistas juntos.
Entre los más dotados en su obra y con una exigencia que le permite calibrar esta muestra es Juan Mendoza, con pinturas que se orientan a confabular con la poesía e inscripción de textos dentro de la obra. Entre una pintura y la otra se nota una ligera separación temática, figuras estilizadas y extremidades con terminaciones angulosas que ahuyenta el buen dibujo. Una discusión de figuras que se aprecia como por ejemplo en “Ay, hermanos, hay muchísimo que hacer” y “Otoño, el momento más grave de la vida” esa relación corporal distante en su pintura no le permite integrar los cinco trabajos, que, por supuesto, no deja de ser una alternativa apreciable la individualidad de cada obra.
Pablo Ramírez es el más claro y no se desorienta de sus postulados, aun podemos registrar dentro de sus once trabajos expuestos con solvencia personal. Su temática persistente en formas prehispánicas se nutre de nuevos elementos actuales para equilibrar una pintura fortalecida por el color encendido y de texturas cuidadosas. Ciertas pinturas no se complementan de las otras, la figuración con los ornamentos planos se alejan de sus principios. Lo cierto es, que a pesar de esos desniveles encontramos una continuidad muy suya.
El desequilibrio plástico de Johnny Contreras desvela esta muestra colectiva, apresurado y sin coordinación alguna interviene una pintura carente de todo rigor pictórico. Cuatro pinturas desniveladas y agitadas con aplicaciones del pigmento riñen con las figuras ligeramente esfumadas sin encontrar la reciprocidad del conjunto. Tentativas que deberían quedarse en el taller, más no en una exhibición.
El chicucha Zulller Carrillo reincide en la improvisación exponiendo de modo violentado cuatro pinturas donde la calidad técnica se deja aplastar por una falta de secuencia temática. Ha recuperado un cuadro de su muestra individual anterior y ha superpuesto figuras forzadas intentando enriquecer su trabajo. “Su majestad” pintura de grandes dimensiones donde el concepto fotográfico se impone entre las dos mujeres de poses hieráticas y de sonrisas exigidas. La palidez y los efectos lumínicos fracasan en esta pintura que intenta superar una figuración rica en atavíos y actitud. “Libertad” los dos caballos bajo un cielo estrellado se orientan a complacer básicamente una pintura gustativa. Zuller, con la sapiencia y el recurso profesional que posee no tendría porque entretenerse en bordear trabajos insustanciales.Este colectivo manifiesta la falta de funcionalidad en grupo, el acercamiento solamente se da en el entusiasmo de querer mostrar el trabajo de cada uno de ellos en una mentalidad escondida de; -sálvense quien pueda-. Han llenado la sala pero aun se ve desnuda. Hasta ahora las exposiciones colectivas no responden a nada, simplemente cubren los espacios y salen del apuro, se tendría que exigir a los expositores una solvencia temática. En este transcurrir de exhibiciones, encontramos con pinzas, escasos trabajos que cumplan con ciertos criterios serios