domingo, 2 de octubre de 2011

Muestra antológica de Pedro Azabache


Esta fiesta de primavera se tiñe con sabor a Moche y la presencia del maestro Pedro Azabache Bustamante en esta importante exposición antológica refresca la vitalidad de Moche en todo su esplendor.
La Casa de la Emancipación es el escenario para apreciar el trabajo de distintas épocas y una temática que reivindica su lugar de nacimiento.

La Conclusión plástica del maestro Pedro Azabache está definido, pero la aparente definición de la corriente indigenista -término en discusión- se mantiene en estado térmico. Es posible que su apogeo se haya concentrado a mediados del siglo XX, y la supervivencia del concepto, arraigado al esquema popular mantiene una salubridad visual, sin embargo la palidez premonitoria daba lugar a otras expresiones. La obra de los últimos herederos de José Sabogal pasa inadvertido y son contemplados como el rezago original de una corriente pictórica que complace una peruanidad soberana y étnica. Si bien, es cierto, la inalterable actitud del ejercicio de la pintura causada entre 1687-88 por artistas indígenas en Cusco, ratifica que los cambios pictóricos ya tenían antecedentes de liberación artística.
La independencia indigenista proclamada en los años 1920 y simultáneamente en México acompañado por el desgano estético originado por la primera guerra mundial son contemplaciones fundamentales. Las violentas apariciones estéticas de post-guerra como el Abstracto Concreto, Realismo Existencial, Poéticas del Arte, Arte Pobre, Nueva Figuración y otras opciones plásticas llegan a Perú tardíamente, ya sea por publicaciones o por la visita de pintores peruanos a Europa. Todo esto sucedía en el viejo continente y, acá se debatía entre el indigenismo y lo abstracto; ambas corrientes mantenían seguidores con postulados de revisión fáctica, alegados a los ánimos de supervivencia estética o sencillamente al resultado magro de la pintura peruana hacia los años 1970.
Esto puede resultar alterador cuando toda la hegemonía de las artes visuales se deposita en lo visual y digital, y la permanencia intacta e inamovible de la observación real se convierte en obsoleto e imaginario. Residir con la temática costumbrista, -costumbres vigentes en actividad- solamente referido de la realidad sociocultural en el interior del Perú. El proceso de achichamiento no encaja en este contexto descrito aún en la intimidad étnica, así como la expresión de los polvorientos lugares de origen nativo.
Moche es la realidad ahora, Moche es Pedro Azabache y la acción inmediata se convierte en nuestro interés estético.
Pedro Nolasco Azabache Bustamante, natural del valle de los Moche. Imagen firme de la pintura norte del Perú y el único sobreviviente de esta camada de creadores indigenistas. El término; nuevo o post, son categorías que intentan encasillar la obra completa de un pintor que habitó más de medio siglo inamovible, esmerado de las nuevas tendencias tentadas por cualquier artista. En principio su obra estaba cargada de la influencia de Sabogal, y como el contagio es cíclico, entonces observamos a Azabache su íntegra separación de la sombra del grupo indigenista a fines de 1970 y mediados de 1990, (es posible que las Bienales Internacionales en Trujillo significaran estos giros en su obra) le bastó una década para ofrecernos su espíritu libre, desprendido de la obediencia sabogalina. La novedad que trae consigo es, precisamente la iluminación atmosférica extendida en la coherencia de la imagen personalizada, caracterizada en el cambio gradual de la morfología humana. Los referentes básicos modela una plasticidad más sensible a la luz y una matización sustentada en el amor a su tierra. El paisaje minucioso pertenece a su vida, se sumerge desde el alba y sale triunfante al ocaso. De sol a sol batalla y reanuda el mismo tema; su entorno. Proclive a la naturaleza de años, a veces deteriorada, pero creyente a los ofrecimientos de la tierra y a la vegetación depurada por su mirada liberada.
La definición ajena; “inactual” vive un eterno presente, y el brillo de sus ojos del maestro reverencia el nombre a este movimiento que forma parte de la historia del arte y de quienes somos conscientes que su obra aun no se ha tratado en su auténtica vastedad.
Esta retrospectiva registra el tributo y agradecimiento al maestro Pedro Azabache, figura diáfana y solemne de esta tierra milagrosa llamada Moche.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Los Fantasmas Urbanos de Cecilia Carrión


“Constructo de un imaginario” así se denomina la obra de Cecilia Carrión Serrano (Bachiller en Artes Plásticas, especialidad de Grabado, Pontificia Universidad Católica del Perú - Lima), quien viene exponiendo en la galería de arte “Azur” de la Alianza Francesa de Trujillo. Veinte grabados dispuestos ordenadamente y con una pulcritud que garantiza el buen ejercicio de la técnica del grabado.
La esencia de esta muestra radica en el recupero de la ciudad de manera íntima, recurre a diversas vistas urbanas y las adhiere en fragmentos logrando una conjunto imaginario citadino.
La predilección por fachadas tratadas digitalmente compone el conjunto externo de calles accidentadas y agitadas. Cuando un sector de estos espacios habitacionales le fascina, entonces, las duplica cuidadosamente para evitar la fatiga visual. Entre pórticos, ventanas, puertas y cornisas, aglutina realidades que forman parte de su convivencia. Esta creación personalizada del paisaje urbano está poblada de seres anónimos, blanquecinos y transparentes ubicados a modo de existencia, el restablecimiento de la imagen se concentra básicamente en la inclusión de una urbanidad que se extingue, sin embargo ella pretende enaltecer ese territorio que en algún instante le perteneció. Espacios creados a partir de la yuxtaposición de trozos graficados son envueltos a partir de una computadora para luego ser impresos sobre soportes de papel algodón.
El detalle en estos grabados digitalizados, es la intervención de la figura humana fileteada en color negro trazado sobre papel canson transparente, eso permite que los espacios no se recarguen y se logre apreciar la obra en su conjunto. Le viene a la memoria parajes recorridos por una niña que recuerda sitios almacenados en su interior. Esos fantasmas que rondan y contemplan quietos cada rincón sin hallar su domicilio son expresados por sectores. La presencia humana se extingue en cada una de las obras para concentrarse en la construcción del espacio, quiere mostrarnos que su pasado urbano es el mismo y deambula por escaparates para rescatar lo que aún le queda de conciencia.
Temas como “En la ciudad” atrae elementos para componer lugares de realidad precaria. Le basta un gran frontis pálido para jugar con una cierta actividad motorizada. En la serie “Des Journaux” compuesta de seis trabajos cuadrados (transferencia sobre MDf), ligeramente pequeños y donde rostros de niñas son borrados para realzar la actividad infantil en escenas cotidianas. Nuevamente hace uso de la texturación y de efectos visuales que complementan una temática reposada.
Los recuerdos aun frágiles en la tentativa de Cecilia se aclaran en cada parte de su trabajo, se esfuerza en definir situaciones de su niñez y esboza zonas fantasmales queriendo concretar el lugar que habitó. Camina y se entretiene con diversos detalles recreando una arquitectura aun borrosa en su mente. La construcción de su obra se alimenta de un imaginario pavonado representado en partes, es por eso que no se distingue con exactitud la demarcación de su pertenecía territorial.
-Desde niña solía crear y construir imágenes en mi mente, jugaba con estas imágenes representándolas en dibujos y acciones. En mi habitación sentía de vez en cuando una ausencia, una inquietud que nacía, tal vez, a partir de la toma de conciencia de proceder de una familia diferente a la adoptiva. Desde ese instante fui construyendo en mi imaginario de manera intermitente, imágenes que irían armándose por medio de sensaciones, yuxtaponiéndose una a otra- de esta manera reflexiona Cecilia Carrión

Desde los trabajos del grabador trujillano radicado en Alemania, Juan Collantes no habíamos visto una muestra que facture la especialidad del grabado tan poco difundido.
El buen uso de la computadora nos hace olvidar por instantes que las prensas de grabado queden como reliquias y subyugadas por los grandes formatos de impresión digital. El proceso creativo queda al margen de estas intervenciones modernas, sin embargo la utilización de este medio permite que la obra se duplique con una facilidad mediática.

Entre Chamanes y misterios del Ande


Nuestros antepasados preincas mantenían una comunicación frecuente con la naturaleza, eso permitía una permanente comunión con el territorio donde habitaban. Desde los cerros llamados Apus hasta las lagunas denominadas Cochas, nuestros ancestros tenían un respeto y una devoción que lograron transmitir a diversas generaciones. Las plantas curativas y ciertos animales sometidos a rituales religiosos eran una costumbre que actualmente se practica en nuestro país.
Algunas regiones con mayores motivaciones desarrollan el ejercicio chamánico y la cura con hierbas. El sanpedro y el ayahuasca son los brebajes que más adeptos tienen por ahora, ambas alucinógenas y de sublimación suprema. Existe en el Perú una importante variedad de flora silvestre mágica y curativa que es utilizada por los denominados médicos naturistas, herbolarios, chamanes, brujos y santeros.
“Encantos y Médicos del Ande” es una propuesta realizada por el artista plástico y arqueólogo Wilo Almanzor Vargas Morales, esta exposición se puede contemplar en la galería de arte de El Cultural. La importancia se suma a esta muestra, en la complementación del registro arqueológico y la intervención plástica visual. Una distribución de elementos y piezas de cerámica nos acerca a reconocer que aun seguimos siendo una cultura mágica y de costumbres muy propias. Ha ubicado al fondo de la sala una mesa típica de un curandero abastecida de fragmentos y plantas que nos conlleva a creer que la sanación se concentra en recuperar nuestra naturaleza más allá de ciertos principios religiosos occidentales.
También nos quiere mostrar que esto no es una simple imaginación, para eso ha tomado como referencia a personajes reales con cierta inclinación curativa; (Pablo Lázaro Villacorta) más conocido como el Doctor Pablito, importante herbolario instalado hasta el año 1979 en la novena cuadra de Independencia en pleno centro de la ciudad, una fila interminable de usuarios esperaban con una credibilidad indesmayable por los menjunjes que el tal don Pablito preparaba con acierto.
(Eduardo Calderón Palomino) El Tuno, es otro de los personajes más estimado y estudiado en Trujillo, estuvo afincado en el balneario de Las Delicias. Su Mesa de trabajo actualmente se halla en el museo de arte americano en Austria. Curaba con el cuy y lograba despejar males internos de las personas. El escritor liberteño Eduardo González Viaña describe al Tuno así; Era su panza lo que más contribuía a las asombrosas proporciones de aquella silueta a contraluz. Su cabeza parecía tallada mil años atrás con unos ojos chinos y una nariz de hacha a los que se añadía una larga cabellera recogida en la forma que lo hicieran los profetas. Por lo menos mide cuatro burros de ancho, me había dicho con el índice del secreto sobre los labios un buen amigo suyo.
Wilo Vargas no ha querido dejar de lado a los actuales brujos que aparentemente profanan los principios de nuestros grandes chamanes de la historia peruana, mucho menos a los mencionados anteriormente. Entre ellos podemos mencionar a Kalula y Gíbaro de quien presenta un video en plena sesión de florecimiento, entre la oscuridad y el resplandor de los cirios emerge el curandero en acto ritual. Algunos que suelen anunciar en diarios nacionales como El Zantero, brujo pactado y de curaciones realizadas en las huaringas. El gran Oscar, La diosa del amor, Doña Dora y otros de discreta publicación periódica.
A todo esto apreciamos que la muestra de INTIPUNKO dirigida por Vargas Morales recupera el concepto folclórico nacional. – Conforme nos remontamos al pasado observamos que la medicina y la enfermedad siempre estuvieron ligadas con la magia y la religión. En aquellos tiempos las prácticas chamánicas tuvieron una difusión planetaria, tal es así, que no existía ningún grupo humano sin la presencia de un hombre-medico, brujo o chamán. Este personaje rodeado de una atmósfera mística, cumplía la función de alejar a los malos espíritus y atraer a los buenos, su conocimiento de plantas medicinales lograba curar el dolor o la enfermedad incrementando su reputación y respeto en el grupo-. Bajo esta percepción registra en la presentación del catálogo Wilo Vargas.
La escultura de un chamán, cirios, un carrito en ruedas con botellas llenas emoliente, cuyes vivos en exhibición, plantas curativas, la infaltable coca fotos y videos de curanderos, y textos que explican nuestra cultura se juntan para refrescarnos que somos parte de ese mundo que se extingue conforme es arrasada por la urbanidad y la impersonalidad de sus habitantes.

lunes, 22 de agosto de 2011

La importancia de llamarse Pedro Azabache


Gratificado de ver nuevamente este importante certamen del VIII Concurso de Pintura al Óleo “Pedro Azabache” La temática en este concurso plástico encierra ciertas condiciones relacionadas con la vida en el pueblo y la campiña de Moche, ambos territorios distantes en convivencia. La Campiña goza de mayores privilegios y atractivos que le permite ser visitada con mayor frecuencia, desde las imponentes huacas del Sol y de la Luna hasta el recién inaugurado Museo de Sitio, también nos brinda una culinaria típica y un clima prodigioso que anima vivir entre cerros violáceos, la fragancia de su vegetación y ese olor peculiar que despide sus adobes.

Antaño se tenía varios certámenes pictóricos en la ciudad, como el Salón de Primavera, Bienales Nacionales e Internacionales, Coca Cola y otros de importancia, sin embargo ahora nos quedamos casi desnudos y aparece cada año este evento dirigido a un sector emergente -estéticamente hablando- . Los premios no tan jugosos pero significante para quienes saben que le corresponde participar. Este concurso dentro de la carencia de convocatorias artísticas visuales -salvado por la campana- nos conlleva a reflexionar que Trujillo ha extraviado esa emoción cultural y la apatía institucional privada y pública han perdido ese feroz espíritu de mantenerse siempre en el podio cultural que los caracterizaba. Eso incluye al gobierno edil y regional, creen ellos que encementando las calles en frugales agregados están conquistando la esencia de la ciudad -la calle es una selva de cemento y de fieras salvajes cómo no-.

Esta versión 2011 es integrado por un jurado calificador experimentado, Pío Ángel y Carlos del Mar, acompañaron también a esta deliberación final, Silvia Méndez Gschwend y Víctor Urquiaga Parodi. El primer premio lo obtuvo Henry Zavaleta Nieto, aborda un típico lugareño reposado bajo la sombra de un árbol, esta escena se aprecia bajo las faldas de la huaca del Sol, el sendero curveado deja divisar un cielo limpio y de ligeras luces insinuadas en lo alto de la huaca. El perro calato descansa junto a su dueño en una resolución verista, un tratamiento figurativo con acentos fuertes enciende parte del espacio capturado.
El segundo premio fue compartido entre Víctor Ticerán Ruiz y Emerzon Vásquez Acuña, el primero plantea el perro nativo viringo en una actitud formidable, una perspectiva de la figura canina entrecortada complementa un fondo anaranjado fuerte y con aplicaciones de estrellas. El sentido gráfico de esta pintura escapa un tanto de lo establecido por las bases del concurso, sin embargo, se siente el recupero de una fauna eminentemente Moche, en cuanto al segundo, resuelve de modo más íntimo la figura de un campesino digno y solitario. Introduce acertadamente una gama de colores quebrados hasta la incandescencia del rostro en pinceladas cargadas de pigmento, este tratamiento cuidadoso indica con claridad el tema elegido.
La permanencia del paisaje mochero es frecuente entre las cuatro menciones honrosas; Juan Mendoza Anticona, Suyberto Villanueva Campos, Walter Diaz Zavala y Eduardo Reyes Verde. Lo mismo sucede con los finalistas; Ferencz Blas Rodríguez , Sandro Sandoval Quispe, Rober Zamora Bello, Francisco Castro Biminchumo, José Pérez Cóndor, Emilia Cóndor Torres, Alex Terrones Vásquez, Ángel Bocanegra Otiniano, Marcelino Pereda Córdova, Willians Abantos Salas y Juan Panta Arrieta.
Los ganadores, así como los finalistas, forman parte de esta exposición en los ambientes de la galería de arte del Club Central de Trujillo.
-Considero que sin perder la naturaleza pictórica se puede recrear la magia de Moche con sus principios y valores naturales, manteniendo la frescura de la pintura plana, también se puede hacer buena pintura sin realizar una narración en las obras, que en su mayoría de los casos se ven obligados a trasladar al lienzo una toma fotográfica específica, tal cual, sin intervención artística.
Por lo tanto los jurados en un futuro deberán seleccionar la pintura como tal, en su valor plástico y la destreza de la composición con los símbolos naturales y sociales de Moche-. Así precisa Víctor Montenegro Burga, en relación a este evento.
El homenaje al maestro Pedro Azabache en esta actividad, ratifica la importancia del reconocimiento y el permanente espacio en la historia del arte peruano y liberteño específicamente.

sábado, 20 de noviembre de 2010

San Francisco en Bellas Artes de Trujillo


Ad portas de convertirse en Universidad de Bellas Artes, la Escuela “Macedonio de la Torre” en sus 48 años de creación académica viene realizando una muestra artística en la Casa de la Emancipación, esta exposición, se supone involucra trabajos de investigación de los docentes de esta casa de estudios, sin embargo, casi nada existe de lo propuesto.
Esta franciscana muestra hace votos a la pobreza académica resumida en un muestrario de trabajos que pasa inadvertida. La exigencia de otrora se concentraba en el fervor de los claustros de la escuela, el espíritu henchido a quienes denominábamos “Maestros” ahora, se siente desvanecer por la escasez de ese rigor plástico. Pareciera que una bruma de compromiso arrastrara a algunos profesores exhibir insustanciales y frágiles trabajos.
A pesar de esta observación, hallamos esfuerzos limitados por la falta de frecuencia en la investigación.
Segundo Alfaro ha recuperado una cierta esencia en la piedra granito de su escultura al no inclinarse en pormenorizar detalles de la figura. Esa ligera insinuación de la forma materializa una estilizada tridimensionalidad alejada de las anteriores esculturas. Las mujeres en posturas sensuales reposan limpias bajo el labrado del granito noble y caprichoso por partes. Quintin Borda, labora con cuidado una figuración más tratada, el campesino estatuario y el busto de una mujer en una pátina neutra coordina con la otra pieza escultórica de un indio envuelto en su propio cuerpo. Luis Ríos, cauto y sin atrevimiento alguno expone una cerámica que registra lo mismo desde hace años. Este grupo de escultores y el ceramista se han ordenado en un ambiente de la casona para proveer con cuidado la distribución de sus trabajos.
Víctor Montenegro, parece que ya halló la importancia de su obra. Ese desfile de farolas que se aglomera entre la muchedumbre y angostas calles, recobran vitalidad entre luces fantásticas. Creo que ya no necesita de edificaciones y fachadas manidas para expresar su pintura. Es suficiente con el gentío y sus elementos luminosos para identificarlo. Carlos Castillo, con dos obras cumplidoras se integra al colectivo. Fernando Rivas, también expone dos obras, una es un bodegón acompañado de un jarrón esmaltado y otro que posee unos girasoles marchitos. Frutas y cacharros se acercan a una cesta en un diálogo esquizofrénico, trazos atormentados y deliberados se agitan sobre la tela, así como la otra pintura donde el remanso de un estanque tranquiliza la pincelada libre y pastosa. Oswaldo Parimango en “Camino de esperanza” acertado en la comunión con el fondo gris y las tres mujeres que se disponen a llegar a sus moradas. El cuidado y el tratamiento del atavío favorecen una pintura que desmenuza las partes del cuerpo. Manuel Miranda Parreño, la única obra “Los últimos enviados” sin insistencia alguna recrea una pintura practicada de manera abúlica. Desde la oscuridad emergen seres amorfos en carnes rojas regadas sobre hierbas gélidas y temblorosas. Adolfo Leyva, insiste en recortar y configurar la forma a partir del calado, eso trae malestares en la definición. En cuanto al acabado aun existe un sufrimiento que requiere más tratamiento. Ángel Bocanegra, cree que está ilustrando portadas esotéricas, cuando debería abordar un tema nutrido de exigencias estéticas. A veces se escapa de una realidad a donde pertenece primordialmente. Tito Graus, apresurado y despistado nos quiere embaucar con trabajos ligeros y con falta de responsabilidad. Rómulo Azabache, casi se queda sin espacio en esta muestra, pero a apretones lograron ubicarlo en los ambientes donde están las esculturas -en eso no habían quedado- dos agrisados trabajos blanquecinos por la presencia de una luz que envuelve todo el formato se ve acompañado de trazos y gestos de líneas que se ampara en una idea violentada por el autor.
Como toda institución del estado tiene sus broncas internas, también eso ha infectado en bellas artes: Profesores principales de taller se restringen en exponer en el conjunto de los docentes. Antonio López, Francisco Alegría, Wilmer Linares y Víctor Herrera, ausentes en este compromiso institucional.
Se viene los 50 años de la Escuela de Bellas Artes de Trujillo fundada por el maestro Pedro azabache.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

La Fiesta del Taita Pancho en Huamachuco


Con la fidelidad de siempre, acostumbramos viajar a Huamachuco en Transportes Fuentes, el recorrido hacia las alturas de la tierra de los Markawuamachucos se torna cada vez más agradable y la accidentada geografía enaltece un pueblo eminentemente religioso.
Día domingo 12 de setiembre el sol radiante aplasta la inmensidad de la plaza de armas, ésta a la vez atestigua el día liberado de nubes junto al campanario estucado de color blanco. Durante la mañana el clima caliente se alista a recibir la fiesta del Taita Pancho y, la Hermandad de San Francisco en Huamachuco se preparó con meses de anticipación para rendirle tributo a este santo nacido en Asís (Italia, 1182-1226), fundador de la Orden Franciscana y de una vida frugal registrada en la austeridad de su existencia.
Se van asomando poco a poco los lugareños en el sitio acostumbrado de la parada del gallardete del 29 de julio, sin embargo, comentan que el espacio donde se realizará el ritual es cinco metros más adelante. Un hoyo aproximado de tres metros significará el reposo del madero a modo de mástil de 42 metros. Desde la Colpa se tuvo que traer el gigantesco poste seco de eucalipto en un conjunto de personas y, entre chicha y bolos de coca los ciudadanos de Huamachuco trajinan para poder transportarlo hasta el centro de la plaza de armas. Sogas y tijeras sirven de soporte para elevar el palo pintado de marrón y blanco identificado con los colores de la vestimenta del Taita Pancho. Los que integran la hermandad se preparan para alzar con devoción y cumplir con el ritual de cada año. Otro grupo de fieles traen consigo la bandera donada por un integrante de la hermandad. El barullo y la agitación de quienes colocarán el madero mástil se disponen fuertes y radiantes, nada es fácil y tienen que coordinar al compás de la banda de músicos y el jolgorio del pueblo. La fiesta se desató magistralmente y los danzantes saltan y entonan en cada paso el respeto al Taita Pancho. La plaza se llenó íntegramente y los fieles esperan ansiosos el instante de la parada del gallardete. El esfuerzo es descomunal y las tijeras cumplen su función de levantar pausadamente.
En el preciso instante que el enorme madero se zambulle al hoyo todos huyen despavoridos dejando a los encargados de las sogas el equilibrio del madero. Según la tradición es el momento culminante donde la tierra es concebida por el madero (falo) y la Pachamama (Madre tierra). Esta actitud de siglos se aprecia cada año en esta fiesta emblemática y religiosa.
“Sólo después de ver el izamiento del gallardete un par de veces, uno se puede dar cuenta de que esta ceremonia, o una similar, ya había sido descrita hace más de 400 años por los sacerdotes agustinos, quienes fueron los primeros misioneros en llegar a Huamachuco; ellos describieron la ceremonia como una de las formas de adorar a la deidad Ataguju que es descrito aquí en esta obra, así como el Dios Padre es descrito en la teología Cristiana, es decir como una figura creadora distante, así como también similar a la deidad quechua Viracocha. De hecho, es probable que Ataguju y Viracocha sean homólogos; ambos parecen representar una conceptualización de la energía/materia creativa primordial, semejante a nuestro concepto de –fertilidad-” Así refiere el arqueólogo Dr. John Topic.

Desde la Fundación de la Hermandad en 1923 han venido desarrollando diversas actividades relacionadas con el Santo Patrono, los devotos fieles a San Francisco tiene como consigna rendirle contribuciones con festividades que regocijan al pueblo huamachuqino.
Los Negros, así se les denominan a esta agrupación cristiana y sus integrantes. Luis Vasallo, Felizardo Sánchez, Felipe Villanueva y otros de importancia se responsabilizan cada año en caracterizar con respeto una fiesta que congrega al pueblo en un reencuentro de paisanos y visitantes que año tras año se va convirtiendo en seguidores del Taita Pancho.

viernes, 27 de agosto de 2010

Poesía desde el jardín de Joan Louis Aponte


Todo se ha trasladado al encanto y mundo maravilloso de un enredado paisaje donde la vegetación no se deja violentar con la llegada del hombre. Hojas de plantas silvestres se extienden en coloraciones fantásticas y, entre el forzado follaje se anidan aves silenciosas a manera de guardianes de este intenso y colorido lugar.
Se percibe una maleza de tonalidades incandescentes donde los cuerpos de las vegetales y de tallos delgados, sostienen una peculiar forma de ornamentos donde descansan libres, otras veces inundan el formato saliéndose del cuadro. Por instantes se perciben diminutas avecillas y cuando escudriñamos con insistencia configuramos seres transformados en duendes, éstos, se ubican en un camuflaje de visibilidad caprichosa
- Es una nueva serie de óleos sobre lienzo, una constelación de figuras y colores de contrastes ilimitados donde no se comienza ni termina, así cada uno tiene su propio carácter, también, en armonía. Fueron creados desde mi estudio en Huanchaco donde pasé el invierno en compañía de mi computadora, café y tostadas, para componer la poesía hecha pintura-. Con estas palabras, Joan Louis afirma el proceso de estas obras.
El Colibrí, un ave que cobra importancia en estas pinturas de fondos acaramelados, las diversas estaciones colorísticas que se distingue en estos paisajes se convierten en el hábitat de frágiles y tiernos colibríes que andan dando vuelo entre hojas y flores, algunos extraen el néctar de las flores de este huerto delicioso.
Denominaciones candorosas como; Recolector de Esperanzas, Hojas para Primavera y El vuelo del Colibrí en mí Corazón, son títulos que determinan esta muestra Poesía desde el Jardín. Toda la espesura en una variante de verdes, otras veces anaranjado, se incluye entre un tacaño pigmento diluido como una sabana que cubre el fondo ajustado y de pinceladas quebradas.
Ciertos trazos contundentes acentúan la estructura de las planas y liberadas formas del vegetal. Quebradizos tallos salen de los laterales del cuadro, pero muchos de ellos emergen de la base. Una vista donde todo está suspendido, no se atisba la tierra como reposo de las plantas y, eso permite que el trabajo de Joan Louis quede sin gravedad.
Trece cuadros y un díptico suman esta muestra en un inapropiado montaje donde el cuidado en la distribución y la altitud de las obras desarticulan y afectan la observación. Se tiene que tener cuidado en este detalle, de lo contrario, la Alianza Francesa de Trujillo debería exigir a cada expositor el rigor de una curaduría. La galería de Arte Azur, mantiene una buena disposición espacial, así como de una iluminación adecuada, sin embargo, no se aprovecha de estas instalaciones apropiadas.
Joan Louis Aponte, después de haber obtenido el primer premio 2009 del concurso de pintura Pedro Azabache, trae consigo esta muestra individual instalado de una cierta personalidad, exigiendo en su obra una clara serie de obras de peculiar temática.
El sentido visual de este joven creador se afianza en su propia experiencia al contemplar con fascinación el paisaje y, el simple ejercicio de comulgar con la naturaleza para extraer de modo antojadizo una síntesis de la forma en elementos táctiles, el sabor y la respiración natural se concentra en colores salidos de cuentos mágicos. Se puede contabilizar las piezas que conforman el cuadro, incluso la actitud del colibrí en un escaso aleteo. Aprovecha la intensidad fiera del color y deja sobrevivir a sus habitantes de este bosque perdido, pero existente en el ideario del pintor, un escenario poblado de invención que recupera el espíritu ventilado de senderos concentrados en frescura y vida.
-Joan Louis, enérgico artista escapando de la infructuosa mimeticidad ha sabido aferrarse a la imprescindible sapiencia formal para crear su personal universo de imágenes tan suyas desde ya, donde el color dialoga mágica y sonoramente como nuestros ancestrales Sikus, apoderándose de las imágenes o más bien encontrando en ellas el espacio para sus resonancias, para el dialogo, para ese rojo frente a ese azul-. Es el escrito que vierte Juan Aponte sobre la obra de Joan Louis
La aplicación técnica queda reducida en manchas cortas y una iluminación que no tiene dirección pareciera que estuviese dirigida por luciérnagas escondidas entre pantanos y rastros de un aguacero. Una límpida escena despierta de las manos de Joan para ilustrar un invernadero en un jardín poético. Emociones que contrarrestan las razones, es la importancia fundamental en este grupo de pinturas.