lunes, 22 de agosto de 2011

La importancia de llamarse Pedro Azabache


Gratificado de ver nuevamente este importante certamen del VIII Concurso de Pintura al Óleo “Pedro Azabache” La temática en este concurso plástico encierra ciertas condiciones relacionadas con la vida en el pueblo y la campiña de Moche, ambos territorios distantes en convivencia. La Campiña goza de mayores privilegios y atractivos que le permite ser visitada con mayor frecuencia, desde las imponentes huacas del Sol y de la Luna hasta el recién inaugurado Museo de Sitio, también nos brinda una culinaria típica y un clima prodigioso que anima vivir entre cerros violáceos, la fragancia de su vegetación y ese olor peculiar que despide sus adobes.

Antaño se tenía varios certámenes pictóricos en la ciudad, como el Salón de Primavera, Bienales Nacionales e Internacionales, Coca Cola y otros de importancia, sin embargo ahora nos quedamos casi desnudos y aparece cada año este evento dirigido a un sector emergente -estéticamente hablando- . Los premios no tan jugosos pero significante para quienes saben que le corresponde participar. Este concurso dentro de la carencia de convocatorias artísticas visuales -salvado por la campana- nos conlleva a reflexionar que Trujillo ha extraviado esa emoción cultural y la apatía institucional privada y pública han perdido ese feroz espíritu de mantenerse siempre en el podio cultural que los caracterizaba. Eso incluye al gobierno edil y regional, creen ellos que encementando las calles en frugales agregados están conquistando la esencia de la ciudad -la calle es una selva de cemento y de fieras salvajes cómo no-.

Esta versión 2011 es integrado por un jurado calificador experimentado, Pío Ángel y Carlos del Mar, acompañaron también a esta deliberación final, Silvia Méndez Gschwend y Víctor Urquiaga Parodi. El primer premio lo obtuvo Henry Zavaleta Nieto, aborda un típico lugareño reposado bajo la sombra de un árbol, esta escena se aprecia bajo las faldas de la huaca del Sol, el sendero curveado deja divisar un cielo limpio y de ligeras luces insinuadas en lo alto de la huaca. El perro calato descansa junto a su dueño en una resolución verista, un tratamiento figurativo con acentos fuertes enciende parte del espacio capturado.
El segundo premio fue compartido entre Víctor Ticerán Ruiz y Emerzon Vásquez Acuña, el primero plantea el perro nativo viringo en una actitud formidable, una perspectiva de la figura canina entrecortada complementa un fondo anaranjado fuerte y con aplicaciones de estrellas. El sentido gráfico de esta pintura escapa un tanto de lo establecido por las bases del concurso, sin embargo, se siente el recupero de una fauna eminentemente Moche, en cuanto al segundo, resuelve de modo más íntimo la figura de un campesino digno y solitario. Introduce acertadamente una gama de colores quebrados hasta la incandescencia del rostro en pinceladas cargadas de pigmento, este tratamiento cuidadoso indica con claridad el tema elegido.
La permanencia del paisaje mochero es frecuente entre las cuatro menciones honrosas; Juan Mendoza Anticona, Suyberto Villanueva Campos, Walter Diaz Zavala y Eduardo Reyes Verde. Lo mismo sucede con los finalistas; Ferencz Blas Rodríguez , Sandro Sandoval Quispe, Rober Zamora Bello, Francisco Castro Biminchumo, José Pérez Cóndor, Emilia Cóndor Torres, Alex Terrones Vásquez, Ángel Bocanegra Otiniano, Marcelino Pereda Córdova, Willians Abantos Salas y Juan Panta Arrieta.
Los ganadores, así como los finalistas, forman parte de esta exposición en los ambientes de la galería de arte del Club Central de Trujillo.
-Considero que sin perder la naturaleza pictórica se puede recrear la magia de Moche con sus principios y valores naturales, manteniendo la frescura de la pintura plana, también se puede hacer buena pintura sin realizar una narración en las obras, que en su mayoría de los casos se ven obligados a trasladar al lienzo una toma fotográfica específica, tal cual, sin intervención artística.
Por lo tanto los jurados en un futuro deberán seleccionar la pintura como tal, en su valor plástico y la destreza de la composición con los símbolos naturales y sociales de Moche-. Así precisa Víctor Montenegro Burga, en relación a este evento.
El homenaje al maestro Pedro Azabache en esta actividad, ratifica la importancia del reconocimiento y el permanente espacio en la historia del arte peruano y liberteño específicamente.